Por Helena Varela Foto por Manuel Marín
Llama la atención que a dos meses de que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes para el caso de Ayotzinapa concluya su segundo período de trabajo, se haya producido un incremento exponencial de las críticas, las difamaciones y las descalificaciones dirigidas hacia las actividades que desarrolla este grupo y específicamente a sus integrantes. Determinados espacios mediáticos han adoptado claramente una agenda cuyo objetivo principal es desautorizar cualquier dictamen o recomendación que provenga del GIEI. Y la verdad es que en algunos casos, las maniobras, las declaraciones, las fuentes de autoridad que pretenden utilizar, son tan soeces y chapuceras, que si no fuera porque de verdad está ocurriendo, hasta daría risa. Un botón de muestra: declarar y exponer las infamias cometidas por los y las integrantes del grupo (que resulta que son más corruptos que cualquier gobernador, más peligrosos que cualquier narcotraficante, o más mentirosos que cualquier gobernante), como una forma de proteger a los familiares de los estudiantes desaparecidos, porque estos malosos, estos indeseables, lo único que quieren es aprovecharse del dolor ajeno con ánimos de lucro. Hágame usted el favor.
Cabe mencionar que el propio grupo ha decidido hacer caso omiso de estas declaraciones, no respondiendo a los ataques y continuando con su trabajo. Entiendo que así lo hagan, porque no pueden desgastarse y emplear sus energías en justificar su presencia en territorio mexicano: lo que justifica dicha presencia son los resultados de sus investigaciones y por tanto en eso se están centrando. Pero como ciudadana mexicana, yo no tengo por qué quedarme callada, yo no tengo por qué aguantar el insulto y la descalificación de quien no tiene ninguna autoridad moral para limitar el trabajo de quienes están tratando de contribuir a que conozcamos la verdad de lo ocurrido el 26 de septiembre de 2014.
Porque eso es lo que están tratando de hacer; como se señala en un comunicado del GIEI, cito textualmente, “dichos ataques y acusaciones tratan de cerrar el espacio para la búsqueda de la verdad”. Porque lo que hemos constatado desde que los y las integrantes del Grupo vinieron a México, es que entre la “verdad histórica” inventada por el gobierno, y la verdad que buscamos muchos y muchas mexicanas, hay un abismo; abismo que se representa en forma de un basurero, de autoridades coludidas y que por acción u omisión han contribuido al clima de violencia y podredumbre que vivimos; y de un montón de fosas clandestinas en donde cada día siguen apareciendo nuevos restos humanos, sin que tengamos rastro de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Hace casi un año, Carlos Beristaín, uno de los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, decía para referirse a los procesos de paz en Colombia, que “No hay que tenerle miedo a una comisión de la verdad”. Pero lo que es cierto es que mucha gente le tiene miedo, porque hay verdades, que incomodan, que molestan y que pueden amenazar el statu quo. Dice el dicho que quien nada debe, nada teme; pero es que en este caso, está claro que hay quien debe mucho. Por eso, nos tratan de disfrazar y ocultar esas verdades, y las cubren con un manto de insultos e injurias que no buscan sino distraer a la opinión pública, para que no nos demos cuentas de las grandes mentiras sobre las que se alzaron las verdades históricas.
Esta fue la editorial de nuestro programa Zigma en la Política transmitido el pasado miércoles 1 de marzo