La cumbia bien trabajada de La Chamba
Producto del mestizaje y el folclore colombiano, nace la cumbia. A lo largo del tiempo esta ha sufrido distintas modificaciones, una de ellas fue en Perú, específicamente en Lima, donde en los años sesenta nació la Chicha un subgénero de la cumbia que abarca desde surf rock hasta psicodelia, siempre rodeada de misticismo y distorsión que hoy en día continúa transformándose. Una de las vertientes más novedosas corre a cargo de La Chamba con la creación de la Chicha Angelina, un género único en su tipo.
Originarios de Los Ángeles, comenzaron a tocar en su garage a principios de la década de los 2010s y describen su vínculo con la Chicha como un género que los lleva directamente a sus raíces hispanas y a sus familias. Y que además busca crear comunidad y mantener la cumbia más viva que nunca.
La Chamba describe la Chicha Angelina como “un espectro melódico que incorpora elementos de surf pop, rock clásico, g-funk con ritmos afro-latinos y nostalgia retro”. Y no solo eso, ya que es bien sabido que la cumbia trae consigo algo más que música, y es que a través de sus letras cuentan historias e incluso transportan a quienes las escuchan a una pista de baile en donde quiera que se encuentren.
El conjunto integrado por Alejandro Araujo, Kyle Armstrong, Jaime Cisneros, Jose Luis Cruz Jr., Diego Herrera y Jason Zepeda presentó el 2 de noviembre –en pleno Día de Muertos– su segundo material discográfico, titulado Somos (2018, Mina Oro). Un disco que por segunda vez se debe a su gente, ya que al igual que en su álbum debut Ecos de la Selva (2017, Mina Oro), fueron sus fanáticos quienes con sus donaciones trajeron este disco a oídos de todos.
Somos comienza con el planteamiento “¿Fue un sueño o fue realidad?”, con su primer track “Por Ahí” y abre paso a entrañables historias. Tal es el caso de “Llorarás” y “Hechicera”, que cuentan lo desafortunado que puede ser el amor al ritmo de tambora y órgano. “Cascabel” advierte y sugiere tener cuidado con el veneno de amor. Por otro lado, canciones como “La Cascada” y “Noche” hablan sobre el enamoramiento casi como si fuera una revelación.
Así este álbum demuestra que en sus letras siempre hay una manera divertida de lidiar con estos sucesos y que no todo es José José ni aquella canción melosa que suena sin cesar.
La Chamba se despide con “Locura” y “Años Luz” dos grandes tracks para despertar alegremente de este viaje cósmico y de ritmos tropicales. Y quizás en este punto sea posible contestar la primera incógnita: “¿Fue un sueño o fue realidad?”. Propuestas musicales como esta son capaces de causar sensaciones extrasensoriales y cambiar nuestra percepción de la realidad.
Como si se tratase de un espacio suspendido en el tiempo y estuviéramos una vez más en una pista de baile en el lejano Perú acompañados de icónicos sonidos de agrupaciones como Los Destellos, Manzanita y Su Conjunto y Juaneco y su Combo.
En la actualidad se piensa que la cumbia y sus variantes son géneros perdidos, La Chamba prueba lo contrario, trayendo los sesenta al final de esta década más frescos que nunca.