El 'hiyab' por la corona
En los últimos años, el uso del hiyab se ha vuelto sinónimo de la comunidad musulmana, aunque en realidad el velo no es exclusivo de esta religión. Su uso puede ser visto de diferentes formas; para algunos, es un modo de practicar la modestia, pero para otros, representa una opresión a la mujer. Frente a esto, conviene preguntarse: ¿está peleado el uso del velo con el feminismo?
El velo empezó a usarse incluso antes de que existiera el Islam. Se cree que comenzó con el Imperio Persa y se siguió la tradición hasta el Imperio Bizantino, en donde su uso exclusivo era para mujeres de la nobleza y la aristocracia, meramente como símbolo decorativo o accesorio sin ningún valor religioso.
En la doctrina cristiana se mantiene la tradición de usar un velo al contraer matrimonio, ya que representa pureza y castidad. En muchas órdenes religiosas, desde luteranas hasta católicas, mujeres y hombres procuran vestir de una manera modesta como símbolo de austeridad.
El conocido término hiyab no se refiere a un tipo de prenda específica. Su traducción literal es cubrir. El velo, en la religión musulmana, debe ser considerado una práctica cultural, no religiosa; ya que no está escrito como un dogma para seguir esta fe. En en ningún texto religioso se hace referencia al uso del velo. Simplemente, como en las demás religiones abrahámicas, se pretende la sencillez y caridad.
Muhammad, el último profeta de Dios según la religión musulmana, otorgó desde un principio derechos legales a la mujer como el derecho al divorcio y a obtener herencia sin estar casada, prohibió la práctica común de la época de enterrar viva a la mujer primogénita y nunca obligó a usar el velo.
La religión musulmana es descentralizada, al contrario del catolicismo que se basa en el Papa, pontífice supremo de la Iglesia Universal. Al no tener una autoridad suprema, la teología en el Islam está sometida a diferentes interpretaciones y debates de lo que es correcto y no. Por ello, no existe una verdad y norma única, sino más bien, una pluralidad con millones de creyentes en el mundo. Estamos hablando de uno de los grupos religiosos más diversos desde su raza e interpretación.
Es cierto que en países árabes como Iraq, Libia, Arabia Saudita y Sudán es obligatorio el uso de algún tipo de velo, pero esto no es cuestión de dogmas religiosos sino de la forma de gobernanza de cada país. La mayoría de las mujeres que utilizan cualquier tipo de velo, lo hacen para practicar la humildad, rechazando que su cuerpo sea considerado solo un objeto y buscan así la individualidad de su persona. Tienen la libertad de usarlo o no.
Por el simple hecho de que su fe es visible al resto —dado que se refleja en su indumentaria—, para muchas mujeres musulmanas resulta casi imposible obtener trabajo en países seculares. El Centro de Oportunidades Iguales reportó que más del 84% de las musulmanas en Europa ha sufrido de algún tipo de discriminación laboral.
¿Acaso estas mujeres que deciden llevar el velo, no ejercen la misma voluntad y decisión que aquellas que eligen usar un escote o un vestido más o menos corto?
Nurul Shamul, devota creyente de Mahoma, práctica a su propio modo la modestia entre sesiones de fotos, patrocinadores y tacones. Ella es una de las 20 estudiantes finalistas de Nueva Zelanda que se disputarán la corona de este país para después competir en Miss Universo.
Narul es de las primeras mujeres en usar un hiyab en una competencia de belleza mundial; también es migrante y llegó a Nueva Zelanda de Malasia cuando tenía apenas cinco años. No podemos calificar su belleza solo por un pedazo de tela que lleva en la cabeza.
"Muchas chicas musulmanas tienen miedo de usar el hiyab. Espero que al usarlo en esta competencia, les pueda transmitir confianza. Nos vemos hermosas con el hiyab”.
Nurul Shamul
Desde 2012, Nueva Zelanda eliminó la sección de traje de baño dentro de las competencias, considerándolo como un retroceso en un país diverso. Esta semana se anunció en Estados Unidos que en su concurso para aspirar a Miss Universo tampoco habrá una sección de traje de baño; en su lugar, habrá interacciones de las participantes con los jueces, lo que permitirá que puedan conocerlas mejor. Estos concursos siguen progresando, ya que se intenta competir en un ambiente que se enfoca en la personalidad, más allá de la apariencia física.
El velo ha sido una forma de etiquetar a la mujer musulmana como sumisa, pero en realidad se debería de buscar un cambio de conciencia al respecto. La inclusión es la única forma de crecimiento en la sociedad. Sigamos el ejemplo de Nueva Zelanda y rompamos estereotipos como lo ha hecho Nurul Shamul.