Klaxons: una partida que dejará huella

Lejano queda ya el 2007, año de la súbita irrupción de los Klaxons a la escena musical británica. Lejano no sólo por los tiempos que corren en la industria musical, sino también en los medios electrónicos. Encumbrados por la revista NME, como "la mejor banda nueva" son sin duda uno de los ejemplos más claros del proceso de transformación de la escena musical en el nuevo milenio.

Desde su primera maqueta Gravity's Rainbows con su extraña apología al libro de Thomas Pynchon hasta sus últimas referencias extraterrestres con Show me a Miracle, pasando por su acercamiento a las películas de serie b americanas en Twin Flames, los Klaxons entendieron perfectamente el poder de las nuevas tecnologías, pero sus altas pretensiones artísticas (presumiblemente la causa de su separación) les terminaron pasando una factura muy alta a una banda que refrescó el ambiente dance en la pasada década.

Porque, mientras triunfaban bandas guitarreras post-strokes (y post-libertines, en el caso de la pérfida Albión), Klaxons retomó el ambiente synth ochentero, la emoción underground del house y la inmediatez del post-punk para acuñar el "new rave".

Con un debut encumbrado,luminoso, fresco e inesperado por la crítica especializada con la obtención del Mercury Prize, Myths of the Near Future sirvió como plataforma para que tres chicos ingleses se despegaran y brillarán con luz propia en esa cantera inagotable inglesa, en ese momento arrodillada ante el fenómeno indie.

Tema tras tema, desde el citado "Gravity's Rainbows", pasando por "Atlantis to Interzone", el genial cover a Grace en "It's Not Over Yet" y con el estandarte de "Golden Skans", Klaxons hizo bailar a medio mundo. El listón quedó demasiado alto para el segundo disco.

Tras rumores de material rechazado por la discográfica por ser "demasiado experimental", el despido de varios productores y la extraña (por insólita) elección final de Rick Robinson, productor de cabecera de Slipknot, hizo de su segundo intento Surfing the Void, un disco fallido tanto en pretensiones como expectativas. Las razones: 5 temas buenos, una portada demasiada oscura, densa e incluso opaca. Todo esto en un disco en el que la paciencia es una virtud, que irónicamente, la mayoría de sus seguidores no poseían.

Una introducción excepcional con "Echoes" y poco más, temas aparentemente inacabados o incompletos. El problema se agravó cuando contemporáneos como MGMT (en ideas pero no en resultados) entregaban un segundo disco similar: Congratulations. Alejados en primera instancia de la música que les dio fama, pero con una ejecución impecable que les dio la aprobación de la crítica.

La banda se enfrentó así, contra un tiempo que apremiaba y a un desinterés del público cada vez más evidente, aún así lograrán reunir a la crema y nata de la electrónica fundacional: Errol Alkan, The Chemicals Brothers y James Murphy como productores.

Su tercer esfuerzo Love Frequency, se siente con un buen uso de sus influencias pero en la vibra de la esencia que supuestamente los definiría el rave de los 90's, sin perder sus características melodías y conceptos alternativos, ofreciendo un entretenido trabajo que no sólo bebe del house, también lo hace del tecno, del Italo disco, trance y cosmic.

Si bien sus letras son consideradas ininteligibles, sus melodías tienen aún encanto en la gente que irá a verlos, que las seguirá reconociendo como propias y que las volvió suyas. No hay mejor manera de cerrar una fiesta (y una época).

https://www.youtube.com/watch?v=_ig533RJgGg

The Klaxons se presentarán el 28 y 29 de enero en el Lunario.

Por: Elizabeth Morales

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