¿Que significa hoy ser niña, ser niño, en México?

¿Que significa hoy ser niña, ser niño, en México?

Imágenes vía Unsplash.

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De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018, en el país residen 38.5 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años, que representan el 30.8% del total de población. Pero ser niño o niña en un país como México y en las circunstancias actuales no es fácil, aunque lo pudiese parecer.

En primer lugar por los graves problemas socioeconómicos que un país como el nuestro presenta de manera profusa y sistemática a lo largo de ya varias centurias de historia. Como ejemplo se pueden enunciar los más comunes, los de índole socioeconómico, tópicos que están sobre la palestra en cualquier discusión de, quizá, la mayoría de las familias mexicanas en prácticamente todo tiempo y lugar.

En su informe, “Pobreza infantil y adolescente en México 2008-2016”, la UNICEF reportaba los siguientes datos:

“En términos absolutos, en 2016 había 53.4 millones de personas en situación de pobreza en México, de las cuales, 20.7 millones eran niñas, niños y adolescentes de entre 0 y 17 años… niñas, niños y adolescentes en México experimentan la pobreza de una forma más acentuada que la población en general, lo cual puede generar afectaciones en su desarrollo y bienestar, y contribuye a perpetuar dinámicas de pobreza a lo largo del ciclo de vida. 

“En lo que se refiere a la pobreza extrema, ha habido mejoras importantes en los últimos años. Para el total de la población, la incidencia de esta pasó de 11% en 2008 a 7.6% en 2016, y, específicamente, para la población de 0 a 17 años la incidencia pasó de 13.8% en 2008 a 9% en 2016. En números absolutos, esto significa que, en ese último año, 9.4 millones de personas se encontraban en situación de pobreza extrema por presentar tres o más carencias y pertenecer a un hogar con ingresos totales insuficientes para adquirir ni siquiera la canasta alimentaria; para el caso de la población de 0 a 17 años, 3.6 millones de niñas, niños y adolescentes estaban en dicha situación.” 

Además, la pobreza puede presentar variaciones según la edad: “…la población de entre 0 y 5 años enfrenta mayores porcentajes de pobreza, especialmente de pobreza extrema, al compararla con la población de 6 a 11 años y la de 12 a 17 años.”

La ubicación geográfica también juega un papel muy importante en un país tan desigual como el nuestro. “En 2008, el 47.9% de la población de 0 a 17 años que habitaba en una localidad urbana se encontraba en situación de pobreza, mientras que el 68% de quienes residían en localidades rurales se hallaban en la misma situación. Esta diferencia disminuyó ligeramente en el tiempo, pues en 2016 eran de 46.5 y 63.9%, respectivamente.” 

“… en 2016, el 68.9% de la población de 0 a 17 años que habitaba en la región sureste estaba en situación de pobreza, mientras que el 32.9% de esta población en la región noroeste vivía en esa situación.”

¿Qué es lo más preocupante?

La pobreza y desigualdad son, quizá, los problemas más preocupantes en México, además de multifactoriales, por lo que deben ser analizados de manera holística. De su estudio se han preocupado y ocupado, tanto de manera implícita como explícita, infinidad de teóricos mexicanos, los mejores antropólogos, sociólogos y filósofos que nuestra gran nación ha dado: desde Francisco Bulnes, pasando por Andrés Molina Enríquez, Manuel Gamio, Samuel Ramos, José Vasconcelos, entre otros. Por desgracia, sigue siendo una asignatura pendiente.

Aunado a los grandes problemas nacionales —como tituló el sociólogo Molina Enríquez por allá de 1909 su opus magnum—, agréguense los desafíos que traen consigo los adelantos científicos y tecnológicos y la perenne movilidad de la sociedad, acentuados en tiempos de pandemia.

Debido al confinamiento provocado por el COVID-19, nos dice la UNICEF que los niños son los más propensos a sufrir violencia en línea.

“Pasar más tiempo en las plataformas virtuales puede exponer en mayor medida a los niños a la explotación sexual y el acoso en línea, ya que los depredadores buscan aprovecharse de la situación creada por la pandemia.” Por su parte, la BBC reporta que, debido al confinamiento, se ha incrementado el consumo de pornografía infantil.

Human Rights Watch informa que las perniciosas consecuencias económicas que ya se están presenciando a nivel global, tal como la desaceleración de las economías nacionales, puede provocar que se incrementen los índices de trabajo infantil, la explotación sexual hacia los menores, embarazo adolescente, matrimonio infantil. Es menester mencionar que el confinamiento trae como consecuencia el incremento de la violencia intrafamiliar, siendo las mujeres y los niños los principales afectados. 

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No sólo están los temas relacionados con el maltrato físico infantil o el acoso sexual que se podría dar en internet, se deben sumar trastornos alimenticios y problemas psicológicos que el encierro prolongado puede traer consigo. Una nota de El País daba cuenta de los problemas que puede llegar a causar la cuarentena, tales como trastornos de la conducta alimentaria (TCA), además de ansiedad, obesidad, y somatizaciones del estrés… pesadillas, terrores nocturnos, desórdenes del sueño, trastornos de alimentación... y también, a nivel afectivo, mucha sensibilidad, llantos injustificados, están introvertidos, no cuentan las cosas y explotan por cualquier causa. Y muchos están aterrados porque creen que se van a morir los abuelos, o van a perder el trabajo los padres”.

En fin, la modernidad occidental-capitalista ha traído grandes beneficios a la humanidad, los adelantos científico-tecnológicos que nos hacen más fácil la vida, pero también, su contraparte, problemas de esa misma modernidad que nuestros ancestros no conocieron.

Reflexiones para este 30 de abril…

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