El fuego ha sido considerado sagrado en distintas culturas de la humanidad, diferentes deidades han representado a este importante elemento de la vida y ha sido parte importante de numerosas leyendas y mitos en los que su veneración no es más que un sinónimo de protección pero, sobre todo, de sobrevivencia.
A finales del año pasado, un fuego llegó a avivarse después de tres años de permanecer pasivo, llegó una canción a nuestros oídos que sorprendió a propios y extraños, adictivas y rítmicas guitarras acompañadas de una voz un tanto más atrevida acaparaba la atención de muchos, era el nuevo sencillo de Foals llamado “Inhaler”, corte que se desprende de su más reciente disco, Holy Fire.
Desde entonces ya se podían apreciar las intenciones de una banda con sed de llenar grandes foros. Sus integrantes prometían un disco más pesado y liberador, y lo que es notorio es que le inyectaron cierta frescura a cada canción; pues a primera impresión sí es un sonido más pulido y cuidado.
La banda originaria de Oxford, Inglaterra, no se durmió en sus laureles y lanzó su tercer álbum de estudio, bajo un ambiente de total expectativa. Desde antes de escuchar siquiera el primer sencillo y mientras se llenaban posts sobre cada detalle que dejaban al descubierto, la curiosidad por apreciar el disco en su totalidad, también aumentaba. No es para menos, la banda se ha ganado el debido reconocimiento en la escena musical, su carrera va escalando peldaños significativos y han crecido a paso firme, ésa es la razón por la que conviene escuchar este disco de principio a fin.
El orden de las canciones nos lleva por un vaivén de sonidos, lo que en un principio es enérgico, al final, se torna sosegado; y a pesar de ello, cada track logra conectarse uno con otro, sin dejar espacio para que el álbum pase desapercibido. La muestra está desde “Prelude”, donde es necesario advertir que se necesita paciencia para escuchar los recónditos ecos que se manifiestan después de veinte segundos, y que finalmente, nos preparan para una dosis de ambiciosos arreglos.
Una vez sumergidos en ese mood, “My Number”, arrebata cadenciosos pasos de baile a quien la escuche, gracias al pegajoso coro, es el ejemplo perfecto de un sonido más rítmico y festivo, el mismo video sorprende con una coreografía que dan ganas de imitar, o mínimo acompañar con un ligero meneo de cabeza. Con “Everytime” la guitarra distorsionada le imprime más ritmo a este disco, pero los momentos sosegados llegan a un punto cumbre en “Late Night”, canción que transmite una inexplicable tranquilidad que en cualquier momento se romperá.
http://youtu.be/bAsGFnLl2u0
Y si se creía que en Holy Fire, habían dejado de lado los sonidos desenfadados de “Balloons”, “Providence” está para desengañar a cualquiera y es el momento con el que se demuestra que después de tres discos y una nominación al premio Mercury Prize, la voz de Yannis Philippakis es más segura y confiada, la batería más contundente, y así cada elemento va cobrando un protagonismo especial en cada canción. Queda demostrando que el quinteto sabe exactamente en dónde está parado, y tal vez por eso se atrevieron a darle un giro a su música, cambiaron los sonidos armoniosos y electrónicos para distorsionar más las guitarras y apegarse más al rock.
Holy Fire tiene un sonido que va de la mano con la imagen de su portada, el contraste entre un mar a punto de embravecer bajo una tarde aparentemente tranquila y el in crescendo con el que comienza se va desvaneciendo cual ola de mar en la arena, sin embargo, mantiene atento al escucha para que lo recuerde debidamente. Un disco que cierra tal y como empieza, con una serena canción que simplemente deja un buen sabor de boca.
En la antigüedad se decía que si el fuego sagrado era apagado, desastrosas consecuencias vendrían, por eso lo tenían custodiado de la manera más celosa para evitar desgracias. Seguramente el fuego sagrado de Foals se someterá a más rituales para que nunca se apague, y es evidente que la banda ha decidido avivarlo para ya no dejar extinguirlo.