“Hernán”: entre el mito y la realidad
La épica serie histórica, Hernán narra el arribo de Hernán Cortés (Óscar Jaeneda) a las tierras desconocidas del Nuevo Mundo y su posterior lucha para conquistar la gran Tenochtitlán. La serie —polémica también por ser señalada como responsable de devastación de zonas protegidas— fue producida por Dopamine y Onza Entertainment, distribuida en servicio de streaming por Amazon Prime Video, y en televisión abierta por TV Azteca. La historia de Clasificación C abarca distintos años, desde la infancia de Cortés hasta el nacimiento de su segundo hijo Martín, y se encuentra dividida en 8 episodios de alrededor de 45 minutos cada uno.
El primer episodio titulado Marina, sigue la vida de “La Malinche” (Ishbel Bautista), en la Península de Yucatán. Sirve a modo de introducción para el resto de la serie, dividido entre pasado y presente; se muestran las dificultades que vivió Cortés, al enfrentarse a un intento de arresto por parte de Panfilo de Narvaez, pero también se sientan las bases para explicar la relación entre Marina y Hernán.
Al viajar entre pasado y presente, la serie escrita por Julián de Gavira y María Jaén, adquiere una riqueza narrativa espectacular. Los capítulos comienzan a ser cada vez más interesantes, conforme avanza la trama general. Explora las figuras de los conquistadores Cristóbal de Olid (Víctor Clavijo), Bernal Díaz del Castillo (Miguel Ángel Amor), Pedro de Alvarado (Michel Brown) y Gonzalo de Sandoval (Almagro San Miguel). Por la parte indígena, la serie hace énfasis de la figura de Xiconténcatl (Jorge Antonio Guerrero) y el personaje de Moctezuma (Dagoberto Gama).
A través de los diferentes episodios se presenta a un Cortés menos demonizado en comparación al de la historia oficial mexicana. Aquí no es un hombre que solo anhela oro o muerte. Es astuto e inteligente, tanto que logró aliarse con los pueblos enemigos de los mexicas. La historia no toma partido por ningún bando, no pone la etiqueta de “héroe” o “villano”, más bien, es un criterio que va creando el espectador con cada capítulo.
La primera mitad asienta cuestiones esenciales para entender la conquista, como las traiciones internas en el grupo de los conquistadores, reflejando esto en la figura de Cristóbal de Olid, un hombre poco mencionado en el “mito de la conquista”. A su vez, la alianza con los tlaxcaltecas, uno de los pocos pueblos que no estaban sometidos a los mexicas, se personifica en el príncipe Xicontencatl. Y la primera mitad de la serie termina con la narración de Bernal de su visión de la conquista.
Todos los episodios se encuentran narrativa y cronológicamente conectados uno con los otros. La segunda mitad sirve para comprender mejor la relación entre Moctezuma y su pueblo, así como la de Cortés y sus hombres. Posteriormente con Pedro de Alvarado, el Sol de los mexicas, uno de los hombres más sanguinarios al llevar a cabo la matanza de Templo Mayor. En el penúltimo episodio se aprecia la juventud de Cortés y las motivaciones que lo llevaron al Nuevo Mundo, junto con su primo Gonzalo de Alvarado. Finalmente, el último capítulo de Hernán narra el escape de los conquistadores de Tenochtitlán.
Sin embargo, la pregunta es ¿todo lo que narra es real? Cabe aclarar que una serie histórica siempre se tomara licencias creativas para poder crear una narrativa que requiere de una trama poderosa, sin embargo, esto no le resta méritos a Hernán.
Hay varios aspectos destacables en la serie. El primero es la humanidad de los personajes, no son santos, ni demonios, solo son personas, con intenciones buenas, malas. La serie muestra que no hay personajes perfectos. En ese aspecto se rompe mucho con los esquemas de telenovela mexicana, hay una oportunidad de identificarse con los personajes de otra forma. Presentan a Cortés como un hombre, no como un monstruo verde pintado por Diego Rivera en los murales de Palacio Nacional.
El segundo es la escenografía, cuentan con mucho CGI para la reconstrucción de determinados espacios, como las recreaciones de Tenochtitlán. Los vestuarios y la caracterización también son importantes de mencionar, los gobernantes están ricamente ataviados, como en la época de la colisión de ambas culturas.
Aunque hay exageraciones en algunas cuestiones —tales como las armaduras o la cantidad de caballos, a pesar de ser mesurados en ambos aspectos— los conquistadores no venían tan bien armados como se cree, tampoco eran un ejercito profesional, por el contrario, eran hombres que sabían pelear, y tal vez eran destacados en el combate, pero no eran soldados profesionales, es más, pocos reinos contaban con ejércitos profesionales para la época, sin dejar de lado los pocos caballos que arribaron al Nuevo Mundo.
Un gran acierto fue el no culpabilizar por completo a los españoles por el brote de viruela, sino mostrar al esclavo africano que traía consigo la enfermedad, y que suele ser un detalle que se pasa de largo.
En resumidas cuentas, Hernán se apega de buena forma a la historia de las crónicas y de los códices. Los atuendos corresponden a lo descrito por los cronistas de la época, los paisajes, las costumbres, las percepciones, etc. Vale la pena revisarla para formarnos una versión distinta de la conquista.
Aquí te compartimos el trailer de la serie por si te animas a verla: