En clases de narrativa o en las cuales se enfocan en cómo contar una historia, siempre se remarca una regla: hacer que todo cuente. Todos los elementos de una historia deben de apoyar de alguna u otra manera la desenvoltura de sí misma, ya sea en la trama, en el desarrollo de personajes, en el tema, etc. Todo cuenta. Graduación parece haber seguido esa máxima al extremo. Este guión es prácticamente inigualable, retratando una serie de fuerzas que interactúan entre sí dentro de una historia que oscila por lo trágico, melodramático y crítico. Graduación es la historia de un doctor honesto cuya hija es víctima de un crimen violento. Esto lo lleva a tomar una serie de acciones, cuyas consecuencias él no prevé, para asegurar la entrada de su hija a la universidad pese a los traumas.
El guión, como ya fue mencionado, es increíble. La historia rebasa cualquier expectativa porque concatena los eventos con excesiva destreza, como el mejor efecto dominó. Cristian Mungiu, director de la cinta, perpetúa su racha de guiones fantásticos que comenzó con 4 Meses 3 Semanas 2 Días, pues logra hacer que dialoguen las emociones más devastadoras junto con un tema que es demasiado difícil de procesar.
El estilo cinematográfico también ayuda a perpetuar este sentido, con una sensación demasiado realista (cámara nunca fija) y un seguimiento muy cercano a los personajes, donde sus sentimientos y convicciones son entendidas y justificadas. De nuevo, ningún detalle está ahí por casualidad, cada toma y detalle visto en pantalla es cuidado hasta el ínfimo detalle, desde las piedras que rompen vidrios hasta los propios lugares donde ocurre la historia.
Como un mito cualquiera, Graduación es la historia de una modernidad que poco a poco se resquebraja, una tragedia como poquísimas. Un cuento moderno de cómo la honestidad puede ser ignorada en pos de terribles consecuencias.
https://www.youtube.com/watch?v=VimmuogOOks