Dicen que los grandes estadios del mundo, más que ser hinchas de un equipo o una nación, son aficionados al buen futbol y a esos jugadores que más que marcar goles, los construyen... En un partido de la Liga de Campeones de Europa de 2008, el Bernabéu se hundió en una ovación enorme para el verdugo de su equipo. Un tal Alessandro Del Piero de 34 años, creó 2 goles inesperados que le dieron la victoria a la Juventus 0-2 sobre el Real Madrid. Al salir del campo, la hinchada merengue no pudo hacer más que aplaudir al número 10 de la Juve. En ese mismo estadio se ha rendido pleitesía a jugadores como Ronaldinho e Iniesta, en Old Trafford a Llorente y a Cristiano Ronaldo, en el San Siro italiano a Raúl y a Kaká. El futbol no sabe de colores cuando el talento habla por sí mismo. Es el 16 de junio de 2013 y en el Estadio Maracaná, las selecciones de México e Italia disputan la fase de grupos de la Copa Confederaciones en Brasil. El público en su mayoría carioca, está en contra de los mexicanos abucheándolos cada que puede, de igual modo, le festeja todo a los italianos que al parecer están en un día de campo. Una falta es cometida al minuto 25 y la duda de quién cobrará la infracción comienza en el campo al estar De Rossi, Montolivo, Ballotelli y Pirlo cerca del esférico. El 21 toma el balón y lo acomoda a su gusto, De Rossi sabe que tiene que irse y Montolivo, decide acercarse al área y estorbar a los verdes. Ballotelli no se va como sus compañeros y en cambio, comienza a hablar con Andrea, persuadirlo de que le deje el balón, quizás le dice que él es el goleador y por ende, el cobrador de todo lo que sea posible. Pirlo ni siquiera lo observa, su mirada se pierde en la portería rival. El mal nombrado “Nene, Súper Mario o Turbo Mario”, ya nada puede hacer, ni siquiera un berrinche como con sus entrenadores que se lo permiten, sabe que esa pelota no será para él. El arquitecto italiano toma carrera, golpea la bola y Torrado, Chicharito y Zavala saltan ante un balón que ya sabe su destino. La red se ha movido y el Maracaná estalla en un sólo grito: “Pirlo, Pirlo, Pirlo, Pirlo, Pirlo”. Ese día Andrea Pirlo, festejó 100 partidos con la selección Italiana marcando un gol con el sello de la casa.
Debutó en la liga italiana a los 15 años con el Brescia en 1994 y aunque sólo jugó un partido, una temporada después se consolidó en el equipo lombardo y fue más constante durante 2 años que lo hicieron firmar su primer gran contrato con el Inter de Milán. En el Inter no pudo despegar como se esperaba y con tan sólo 22 partidos en 2 temporadas, fue cedido al Reggina y luego al Brescia, en donde coincidió nuevamente con Roberto Baggio en sólo 10 pero muy memorables encuentros. Ahí, su técnico Carlo Mazzone le relegó de media punta al centro del campo, dándole la responsabilidad de elaborar el juego del equipo desde más atrás. Aunque no le gustó su nueva posición, Pirlo accedió a jugar en el mediocampo, de donde jamás se volvería a mover.
En el verano del 2001, firmó con el AC Milán al mando de Carlo Ancelotti y a lado de figuras como Maldini, Cafú, Inzaghi, Rui Costa, Seedorf, y Shevchenco, ganó 2 Champions League, 2 Ligas de Italia y un mundial de clubes a lo largo de una década. Se despidió del club rossoneri en el 2011 ya que, según el propio jugador, su nuevo técnico Massimilliano Allegri, prefirió a otros jugadores como Ambrosini y Van Vommel antes que tenerle a él. Decidió fichar por la Juventus (su actual equipo) y nuevamente pidió el número 21, ese dorsal que en algún tiempo fue de Zinedine Zidane mientras estuvo en Turín. En una entrevista para el periódico La Gazzetta dello Sport, se le preguntó por esa vieja tradición a lo que respondió: “Yo ya no podía cambiar. Mi padre nació un día 21, me casé un día 21, ese era el número de “Campanello” en Milán y también del Civico en Torino”. El 21 que dejó huérfano Zizou a su partida, encontró un nuevo dueño en “El Pintor”, como le dicen en Italia.
Su calidad no se ha perdido y a sus 34 años, ha sido el comandante de una Juventus que ya ganó un tricampeonato con él en la cancha desde que llegó en el 2011. Equipos como Barcelona, Real Madrid o Atlético de Madrid, han intentado ficharle. Incluso Guardiola, Ancelotti y Pellegrini, han querido convencerle pero por unas u otras razones, nunca ha salido del Calcio.
Las esperanzas italianas para este Mundial caerán sobre su jerarquía, elegancia y liderazgo dentro del campo, ya sea con un balón recuperado, una asistencia, un tiro libre o un gol. Andrea Pirlo será el encargado de construir el juego de su selección, esa nueva propuesta ofensiva que intenta su técnico Cesare Prandelli aún en contra de su historia. Las oportunidades serán pocas ante rivales como Uruguay, Inglaterra y Costa Rica, pero los estadios míticos y los aficionados brasileños y de todo el mundo, esperarán que Pirlo con una pincelada de las que siempre ha hecho, nos siga diciendo que el futbol también puede ser una obra de arte.
Por: Irad León @IradLeon