Un estudiante nos relata lo que vivió en Azcapotzalco el día de los saqueos

(En la foto de portada: protestas en el Estado de México vía Yancuic) Los días post-gasolinazo han pintado de gris el inicio del 2017. La incertidumbre de un país que se envuelve en sucesos que van de la manifestación al miedo perpetrado principalmente por iniciativas nacidas en internet y sus redes de conexión social como Twitter, Facebook e incluso a nivel más “local” en WhatsApp, han provocado un sinfín de información que atiborra a la sociedad y se vuelve complicado tomar una postura objetiva con respecto a las manifestaciones y/o mensajes que circulan en dichas redes.

En el caso de Azcapotzalco –una de las zonas que mediáticamente ha sido más atacada en estos días–, si juntamos las noticias que hablan de saqueos y violencia en la delegación, las invitaciones para saquear supermercados –con un irónico call to action: “NO FALTES”– y los mensajes de WhatsApp: "previniendo" con amenazas a la gente para no salir de sus casas porque "van a disparar" o "ya quemaron tal gasolinera" o "están bajando a la gente de sus autos" o "un grupo de narcotraficantes está reclamando territorios", incluso la aparición de la Umbrella Corporation a algunas zonas bajo amenzada de utilizar armas biológicas... Básicamente, la delegación Azcapotzalco es zona de guerra, tierra perdida, pero la gente que está ahí en ese momento, y no en el Apocalipsis en internet, sigue el curso de su vida, con sorpresa y curiosidad por la escasez de personas en las calles.

Mientras algunas personas corren la voz de que hay toque de queda después de las 6 de la tarde, algunos otros comentan esa información, pero se organizan para acudir a marchas convocadas por la sociedad civil para manifestar su descontento por las acciones que el gobierno ha tomado. Desde distintos puntos de la delegación y con rumbo al centro de Azcapotzalco, curiosamente, ninguno de estos grupos se topó en ningún momento con los saqueadores, ni siquiera se mencionaba en algún momento la posibilidad de entrar en alguno de los puntos afectados como Pabellón Azcapotzalco o el Oxxo de Cuitláhuac. El destino desde un principio fue llegar al centro y manifestarse frente al edificio donde se encuentra el delegado.

Las zonas afectadas, según la (des)información que circulaba en las redes, no eran sólo esas dos: existía también la amenaza de saqueos en distintos supermercados cercanos a metro Refinería, se habló de un incendio en una gasolinera de la Colonia Granjas, asaltos en Camarones, etc. El 90% de esa información era completamente falsa. Por otro lado es extraño el modo en el que se llevó a cabo el saqueo en Pabellón Azcapotzalco, ya que es una plaza en la cual el acceso peatonal es complicado. Es muy cuestionable que, si un grupo de gente se estaba organizando para entrar al lugar, los elementos de seguridad no se dieran cuenta, ya que esta plaza tiene avenidas vehiculares de cada lado. Finalmente, en esa zona no hay una sola gasolinera cercana, y era en las gasolineras donde había manifestantes o se donde se había convocado a la manifestación en redes sociales.

Ante estos hechos sólo queda ser responsables con la información que se comparte, verificar nuestras fuentes y hacer caso omiso a las publicaciones sin autor, incluso verificar la fecha de publicación de los artículos que compartimos o las fotos que nos impresionan. Seamos objetivos y críticos, en WhatsApp a veces sale el nombre de Comandante “X” o de Lic. “X”. Es importante que si la preocupación los aborda busquen más información en tiempo real sobre la zona de la que se está hablando.

A continuación una breve crónica de lo ocurrido el 4 de enero en Azcapotzalco, escrita por Alonso Hernández, estudiante de la UNAM. En ella se menciona una represión violenta por parte de las autoridades a los manifestantes, cosa que extrañamente no se ha hecho viral:

Comenzó el año de la manera más random posible en Azcapotzalco, en las calles no se ve gente festejando lo que le queda del periodo vacacional, no se escuchan niños jugando o perros ladrando porque se encuentran con desconocidos mientras los pasean, nada de vitalidad en las calles, de hecho se siente un ambiente lleno de tensión.

El día de ayer decidimos aprovechar que era miércoles para ir al tianguis a comprar algunas cosas y de paso comer en algún puesto, todo estaba mal desde que llegamos, la poca gente que había se notaba acelerada, los comerciantes se veían preocupados y había algunos individuos sospechosos caminando entre los puestos. No le dimos mucha importancia a lo que nos parecía normal por el alza en el precio de la gasolina, que trae consigo preocupación en la población por el presumible aumento en todos los productos de la canasta básica, nosotros degustábamos de unos deliciosos tacos de carne enchilada cuando una señora muy alterada le dijo al joven que nos atendía “olvídelo, mejor no me lo ponga ni para llevar” y se levantó apresurada de su banco, comenzamos a ver que la gente corría sin rumbo ni razón aparente, de repente escuchamos que una señora gritaba casi llorando, ahí vienen los saqueadores; esa fue la chispa que hizo estallar la dinamita en el tianguis de la colonia San Juan Tlihuaca, no niego que sentí preocupación por lo que pudiese llegar a ocurrir, así que fui a dejar a mi madre al departamento para regresar a ver lo que ocurría en realidad. Al volver al tianguis vi que la gente estaba recogiendo sus puestos, les pregunté qué había ocurrido y todos me respondían lo mismo “nos dijeron que vienen para acá los saqueadores, mejor me voy antes de que me roben”, esta fue una constante en la respuesta de los comerciantes. De regreso a mi hogar, con la preocupación por lo que había provocado un rumor transformado en grito, noté que no solo los puestos del tianguis dejaron de vender sus productos, las dos panaderías, las tres tiendas y hasta los mecánicos habían parado sus labores por el temor a que llegara el famoso grupo de saqueadores que nunca se hizo presente.

 

A las 3 de la tarde me di cita en la entrada principal del parque Tezozómoc, donde se convocó a la población de las colonias aledañas para iniciar una marcha pacífica con el fin de manifestar el desacuerdo poblacional respecto al “gasolinazo”. La gente comenzó a llegar sin importar las amenazas que se habían hecho llegar a través de WhatsApp y Facebook, parece ser que poco a poco la gente le pierde el miedo a hacer valer su derecho de manifestarse y hacerse escuchar, yo decidí ir a buscar a más amigos que me habían comentado su inconformidad. Al encontrarme con ellos escuché que algunos expresaban su deseo de encontrarse a los saqueadores para unirse y poderle regalar algo a sus hijos el día de Reyes, cosa que no me pareció extraña, con otras palabras daban a entender que “si los políticos y empresarios les roban legalmente, ellos van a robar legítimamente para satisfacer las necesidades que les impone el sistema”; otros tantos me dijeron que mejor no iban porque era irse a poner de pechito para que los balacearan o los encarcelaran, entendiendo su temor decidí reencontrarme con el pequeño contingente que se formó en el parque, los alcancé en el metro camarones y, para mi sorpresa, ese pequeño contingente de aproximadamente cincuenta personas había triplicado su número; los automovilistas mostraban sentirse identificados con los manifestantes tocando el claxon para celebrar las consignas lanzadas: “¡Fuera Peña!”, “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, “¡Zapata vive, la lucha sigue!”, “¡chinga de noche, chinga de día, hay como chinga la burguesía!”… se seguía sintiendo tensión en el centro de Azcapotzalco, los locales cerraban al paso de los manifestantes pero mostraban su apoyo ante las exigencias, no hubo nunca un clima violento, había niños caminando junto a sus padres, señoras con instrumentos de cocina haciendo ruido al ritmo de las consignas y periodistas tomando fotos.

Todo esto cambió cuando llegamos a la glorieta de camarones, la policía comenzó a cerrar las calles por donde pudiera acceder alguien ajeno al contingente, un helicóptero de la policía comenzó a volar en círculos sobre nosotros y cada vez descendía más, esto dificultaba escuchar los mensajes que se daban por el altavoz y la organización de un plan de acción para el futuro cercano, cuando no había nadie más que nosotros y los policías apareció un grupo enorme de granaderos que fácilmente nos doblaban en número, comenzaron a empujar a todos con la finalidad de provocar una respuesta violenta, habíamos acordado no caer en provocaciones, pero fue imposible por parte de un grupo de manifestantes cansados de los abusos del gobierno y las autoridades aguantar, además del robo a su bolsillo, la represión por medio de golpes que ejercían los granaderos, comenzaron a contestar los golpes con más golpes pero, evidentemente, era imposible aguantar un ataque preparado con gente entrenada y armada, poco a poco comenzaron a replegarnos, acorralaron a quienes pudieron y los amedrentaron con amenazas y golpes sin importar la edad. Al vernos reprimidos por manifestar nuestra inconformidad, como es costumbre, decidimos retirarnos a nuestros hogares, aunque muchos regresaron golpeados estoy seguro que tienen una gran sensación de satisfacción por lo que hicieron y no dudarán en salir nuevamente a manifestar su inconformidad, porque es el último medio que le queda a la gente para hacerse escuchar ante un gobierno falto de preparación y noción de la realidad que vive el país que los eligió para representarlo y hacer valer sus derechos, no para venderlo ni robar a los que confiaron en ellos.

'No Plan', un EP con material inédito de David Bowie fue lanzado en su 70 aniversario

La carta de despedida de Obama