Flying Lotus y el calor de la memoria en 'Flamagra'
A veces se siente como si cada gran ciudad tuviera su propio cataclismo previamente anunciado, y Flamagra (Warp, 2019) de Flying Lotus es un ejemplo. Es un fuego que consume por completo a Los Ángeles.
En este disco, el fuego se convierte en el tema central de la obra que Steven Ellison creó después de cinco años de reunir material y trabajar varias horas de estudio con Thundercat y Miguel Atwood-Ferguson.
La muerte ha estado demasiado presente en la vida del rapero, y a través de su creatividad ha logrado canalizar las pérdidas de sus seres queridos en distintas formas de expresión. Ya había sido muy directo con esto en su pasada producción discográfica You’re Dead!, y aunque en ese se enfoca directamente a celebrar la “belleza de morir”, en Flamagra parecería como si se retratase un no-lugar en el que flotan las cenizas de un espacio habitado por los espíritus de las personas que le daban vida.
La ciudad en llamas que escribe Flying Lotus es una abstracción de distintas experiencias en desastres naturales como el terremoto de Northridge en 1994 y los incendios devastadores que ha tenido California. Retrata lo que pasa después de una catástrofe de una forma juguetona y ácida muy al estilo de Ellison. En propias palabras del cantante, este álbum también es un homenaje a su querido amigo Mac Miller, quien lamentablemente se nos fue de este planeta en 2018.
Quienes han seguido la carrera de Flying Lotus como músico, podrán apreciar el nivel de complejidad y trabajo que tiene Flamagra. Además de contar con la participación de artistas como Anderson .Paak, David Lynch, Denzel Curry, Tierra Whack, y Solange, el proceso de grabación implicaba una mezcla de Flying Lotus con una sola persona y explorar ideas con sus amigos en el estudio. Esa dinámica muy viva y cálida se siente durante las 27 canciones del disco, que aunque fue lanzado a través de Warp, se siente como si fuera un disco hecho por varios miembros de Brainfeeder.