Texto por Miguel Valdivia
Definitivamente pasar los días como lo he estado haciendo me hace bien. Venir al Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) es estar rodeado de cine entre pláticas, discusiones y funciones de todo tipo; levantarte temprano y dormir tarde por ver y comentar, lo que para mí es el mayor regalo que nos hemos dado.
Éste es el cuarto día de la décima edición del FICM, y me da gusto poder hablar de la fotografía como nunca lo he hecho, y es que hoy con Fogo, Diego García me ha abierto los ojos a la importancia de la belleza de la imagen, y que no por querer perder formalismos y quererte ver diferente, tienes la licencia de presentar una fotografía a la que muchos llaman “natural” u “orgánica”, pero que sinceramente está mal hecha por las ganas de hacerlo mal, lo que me parece ridículo. García es también el fotógrafo de Táu, película de la que hablé con anterioridad, y como en este trabajo, en Fogo hace uso exclusivamente de luz natural, comiéndose las dos películas por completo.
Las lágrimas es la Ópera Prima de Pablo Delgado Sánchez, bella por su absoluta simpleza. Habla de una casa destruida por la reciente ausencia del padre, centrándose en la relación de los dos hijos. Creo que retrata la pérdida de una manera muy acertada, ya que no importa en realidad quién se va, ni por qué lo hace, sino las reacciones que los otros integrantes de la familia llegan a desarrollar. Un buen primer paso de un cineasta que no se quiere comer el mundo, sino simplemente contar una historia, reflejándose a sí mismo en la pantalla de plata.
La nueva obra de Carlos Reygadas, director mexicano al que el público y los críticos suelen amar u odiar, tuvo su estreno en nuestro país. Post Tenebras Lux es una obra complicada, que trata de representar lo que es la realidad para el director a partir de lo que puede ser considerado un fluir de conciencia. Reygadas nos presenta a Juan, quien vive con su familia en el campo, y nos cuenta su vida a partir de recuerdos, sueños y sucesos futuros, creando de éste, un filme el que fue calificado por Daniela Michel, directora del FICM, como sublime. Ésta es una película que tendrá muchas lecturas, cada quien la interpretará de manera diferente y habrá quienes no entiendan absolutamente nada, pero creo que allí es donde se encuentra la belleza de esta obra, en la posibilidad de ser completada por la audiencia.
Hoy fue un día algo político, pues vi dos películas que tratan temas sobre México. Aquí y allá, ganadora de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes, toca el tema de la migración con actores que no sólo viven este fenómeno en pantalla, sino que también lo padecen en su vida cotidiana. Este proyecto nació cuando Pedro, el protagonista de la cinta conoció a Antonio Méndez en Nueva York y le platicó sobre la realidad de México, y de cómo quería regresar para reencontrarse con su familia. Méndez, de origen español, bien pudo hacer un documental, pero toma otro camino y es capaz de convertirse en un observador objetivo ficcionando la realidad, sin quitar o agregar elementos de la misma, lo que hace de esta película diferente y digna de ver.
Por otro lado tenemos la historia de cómo un junior se hizo político y libró a su municipio de todo asesinato y secuestro. El Alcalde es un documental que toca el tema de la guerra contra el narcotráfico y es sin duda lo mejor que vi este día. Normalmente este tema se nos presenta en las pantallas a partir de las clases que lo sufren, pero en esta ocasión es literalmente narrado por un hombre cuya fortuna se estima en unos 900 millones de dólares: el alcalde de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández. El documental nos adentra completamente a su intimidad, nos muestra su casa, su colección de fósiles, su alberca y su filosofía de trabajo que cuestiona la legalidad del poder, ya que gracias a los llamados “comandos rudos”, cualquier persona que ocasione un acto delictivo dentro de su territorio o lo amenace directamente a él, aparece muerta, así nomás, por azar del destino. Esta cinta de Diego Enrique Osorno, Carlos R. Rossini y Emiliano Altuna es una delicia, sólida como pocos trabajos de esta índole pueden serlo, sumamente polémico, y que a pesar de que el asesinato se toca constantemente, en ningún momento vemos un cadáver humano, trata más con una violencia sutil que el ojo no puede captar, pero el sentido común sí. Fernández es todo un personaje que en la vida podría ser descrito ni por el mejor de los guionistas. Les ruego que si llegan a cruzarse con este documental lo vean, ya que si de algo se van a arrepentir, es de haberse reído tanto gracias al cinismo de Fernández, el alcalde del municipio con más opulencia de toda Latino América.