Vivimos en un mundo globalizado en el que todo se encuentra a un click de distancia. Las fronteras se han vuelto invisibles y a pesar de que algunos buscan construir muros, la música de Gabriel Garzón-Montano es una prueba de este fenómeno en el que las diversas culturas convergen en un punto. Jardín (Stones Throw / 2017) es el álbum debut de este cantante nacido en Brooklyn de madre francesa y padre colombiano, que muestra el desarrollo de un artista trotamundos que experimenta con la finura de la música suave contemporánea.
Garzón-Montano tuvo una formación musical apegada a la corriente clásica; años más tarde vivió entusiasmado por el grunge pero fue hasta que descubrió el funk y los sonidos de la diáspora africana que encontró su verdadera pasión. Todos estos matices se reflejan en Jardín, desde el primer segundo de “Trial” se aprecia este crossover entre la orquestación de instrumentos de cuerdas con elementos de percusión tropicales como el güiro, esto le brinda una profundidad llena de capas que se desprenden como la cáscara de una naranja.
De acuerdo con una breve descripción del disco en el sitio web de Stones Throw, un jardín es un espacio lleno de vida, de crecimiento y belleza. A lo largo de los 10 track que conforman el debut de Garzón-Montano se dibuja una cálida mañana de sábado en la que al asomarse por la ventana los rayos del sol se cuelan y brindan una sensación de bienestar. “Crawl”, primer sencillo de Jardín, tiene un sonido funky inspirado por Stevie Wonder y una letra que expresa lo tormentosas que pueden llegar a ser las relaciones modernas, dejando claro que a pesar de tener los guantes puestos, las espinas de los cactus pueden hacer mucho daño.
https://www.youtube.com/watch?v=9AT5eVEZLNA
Una de las constantes en el mundo musical actual es la apuesta de los compositores por los ritmos sexys y profundos; así encontramos a Frank Ocean, Blood Orange, James Blake y Sampha, todos con materiales discográficos de reciente manufactura. El mercado podría estar sobre explotado con la adición del franco-colombiano, pero mediante su disco debut, muestra que existen diversas aristas sin explorar. Su apuesta es más tradicional, experimentando con instrumentaciones clásicas: el piano es el mejor amigo de Gabriel, los violines también son una parte fundamental.
Lo relevante en Jardín es la fusión de los sonidos R&B y Soul con grandes orquestas de cámara. Este concepto llevado a cabo por Garzón-Montano tiene su origen en “Jesus Piece” una pieza de joyería en una cadena que resultó ser muy popular en el mundo del hip hop. En una entrevista para Vice, Gabriel comentó que para él su amuleto es el “JS Piece” Johannes Sebastian Bach Piece. Esta joya simboliza la mezcla de dos culturas opuestas: la complejidad y fastuosidad de la música clásica amalgamada con la delicadeza de las vocales desbordantes de pasión.
Editado Stones Throw, un sello discográfico trascendental para la cultura musical afroamericana y todas su variantes, es importante señalar que el compositor encontró un hogar para concebir un proyecto lleno de vida. En dicha entrevista con Vice menciona como principal influencia a J Dilla. Hace un par de años este acercamiento entre el hip hop y la música clásica fue hecha en un homenaje póstumo a Dilla por parte de Miguel Atwood-Ferguson, multi instrumentista californiano, que en Suite For Ma Dukes reinterpreta sus canciones con una alineación de 60 músicos acompañados por grandes amigos del productor como Bilal, Dwele, Common y Talib Kweli.
Jardín podría ser concebido como un huerto urbano en el que conviven diversas variedades de frutos y flores, pero al estar rodeado de gigantescos edificios que lo topan del sol, pierde un poco de esa alma campirana. Es de esa forma como Gabriel Garzón-Montano muestra que, por momentos, se encuentra perdido. Nacido en Brooklyn, con raíces colombianas y francesas le hacen sentirse sin una identidad nacional dominante, esa incertidumbre cultural hace que mediante la música encuentre un refugio para este malestar causado por la globalización. Es en este jardín en el que se siente cómodo y seguro.
Las historias contadas en la mayoría de los tracks abordan el amor a través de las horas del día. Las primeras canciones del disco son llenas de luz inspiradas en levantarse con la esperanza de ver al ser amado. “Sour Mango” es esa brisa mañanera que hace sentir como si el viento susurrara tu nombre porque a lo lejos ella piensa en tí. Conforme pasa el día, la esperanza va cayendo como el sol en el cielo. “My Balloon” es ese último rayo de luz que surca las nubes antes la puesta del sol. Volteas al cielo, ves ese tono rosado y recobras esa ilusión de estar junto a esa persona, aunque todo indique lo contrario.
https://www.youtube.com/watch?v=yNHmkdWnGMc
Esta sensibilidad en Gabriel Garzón-Montano es fruto de esa mezcla de culturas que desembocó en expresar sus emociones a través de la música. En el caso de sus raíces colombianas me recuerdan a otro gigante del pop oriundo de Colombia: J Balvin. Ambos intérpretes de familias adineradas, en su adolescencia crecieron influenciados por el Grunge y demás vertientes relacionadas al rock. Fue hasta que estuvieron en contacto con los sonidos de las calles de Nueva York que se enamoraron de las historias contadas en los barrios. Si bien, Balvin apostó por los ritmos latinos, mientras que Garzón-Montano continúo con su formación clásica, se aprecian similitudes en las canciones que desencadenan una ráfaga de sentimientos.
Después de un larga gira con Lenny Kravitz, el compositor se hizo acompañar de su fiel amigo el piano para crear un debut lleno de energía (otra coincidencia con el título del último disco de J Balvin) que muestra el alma al desnudo de un individuo lleno de esperanza, enamorado de las mañanas y que en cada acorde busca generar una sensación de bienestar.
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