Por Alonso Salamanca (@brolonso) Basta con observar la portada, diseñada por el artista estadounidense Jacob Escobedo, para saber que el nuevo álbum de Broken Bells tiene mucho que ver con algunas ideas fuera de serie relacionadas con supernovas, nebulosas o galaxias; llevadas un poco hacia el lado subjetivo del imaginario lírico y sonoro en el que forzosamente se navega medio a la deriva, como nave espacial en el vacío o como bote en el océano.
Mercer y Danger Mouse son polos opuestos en cuanto a su trabajo anterior. Mientras que el primero construyó su legendaria y exitosa carrera musical como el único miembro constante de la agrupación de indie rock The Shins, el segundo se dedicó a remezclar canciones de actos como Jay-Z o The Beatles, cuyos tracks fusionó en un controvertido álbum de mashups titulado The Grey Album (por la combinación de colores entre The Black Album del rapero neoyorquino y The White Album del cuarteto de Liverpool). En 2005 Damon Albarn lo enlistó para producir Demon Days, el segundo álbum del proyecto-máscara Gorillaz. Desde entonces, Danger Mouse ha sido nominado a múltiples Grammys por su papel como productor y ha formado parte de importantes lanzamientos junto a Sparklehorse y Daniele Luppi. Fue hasta 2010 que ambos genios musicales se unieron para formar Broken Bells, el dúo de pop surrealista psicodélico que en 2010 presentaría un aclamado álbum homónimo y que este 2014 hace un regreso inesperado pero muy preciso con su segundo álbum en forma, After the Disco.
A pesar del reconocimiento internacional que el dúo estadounidense logró con su primera larga producción, Broken Bells, son muchos los elementos sorprendentes dentro de After the Disco a los cuales se puede atribuir un nuevo sonido mucho más versátil y maduro. “Perfect World”, el primer track, es perfecto para ejemplificar esto, ya que se escucha como un post-punk cósmico muy distinto al sonido conservado en el tiempo como el característico de Broken Bells.
Una batería electrónica constante y potente, acompañada por sintetizadores melódicos y una voz intergaláctica, sumergen de inmediato al escucha en el humor interestelar indicado para escuchar “After the Disco” y “Holding on for Life”, los dos primeros sencillos del álbum. Ambas canciones coquetean con la fórmula mágica que permite disfrutar del primer álbum en un inicio: la reminiscencia a unos Bee Gees futuristas, medio locos y obsesionados con la era espacial. Con grandes tintes de nu-disco muy à la Electric Guest o Kindness, estas dos canciones no son pegajosas al principio, pero una vez que son atrapadas por el oído, son imposibles de negar.
“Leave it Alone” es una canción envolvente de soul psicodélico y “Lazy Wonderland” es como un tranquilizante viaje al espacio exterior muy cercana de ser en sí misma una excelente canción de pop. “Control” es la última canción de la primera mitad del álbum, cuyo sonido introductorio más o menos cercano al new wave de New Order o The Cure en sus inicios, nos remite a otra situación musical mientras conserva el sello garage pulcro, característico de las producciones más recientes de Danger Mouse. Este aspecto se acentúa hacia la mitad de la pista al irse añadiendo elementos análogos y sonidos que sólo una guitarra con fuzz puede brindar.
Sobra decir que en el resto del álbum se encuentran canciones más hacia el estilo de James Mercer. Quizás la canción más representativa de esto es “Lazy Wonderland”, en la que el vocalista canta sin remordimientos «So I’ve learnt to keep my head in this lazy wonderland», posiblemente haciendo alusión a los años en los que The Shins compartían escenario con la escena slacker, escuela ideológica de bandas americanas de rock descuidado y flojo como Pavement y Yo La Tengo. Las canciones de esta segunda mitad del álbum son limpias, repletas de guitarras, voces en coros y baterías cuya naturaleza nostálgica remite a la ola de lanzamientos resurreccionistas del año pasado como el AM de los Arctic Monkeys e incluso Glow & Behold de Yuck, mientras que conservan la esencia de lo que alguna vez tocó The Shins en sus últimos álbumes formales: un indie rock directo y bien producido que a la vez se transforma en tranquilizante y regenerador.
After the Disco deja muchos buenos y variados momentos musicales llenos de capas en expansión con una gran variedad de sonidos que circundan en torno a un concepto sideral definido y bien utilizado. Debido a su pulcritud y excelente producción, no sorprendería que el disco se fuera asentando durante el año y dejase ver su verdadera trascendencia conforme las canciones suenen en la radio, comerciales, series o videojuegos. En general, éste nuevo álbum es difícil de apreciar completamente en primera instancia, justo como sucede con los sencillos e incluso el disco anterior. Esto es debido a que se está lidiando con un sonido que no sólo se transforma con cada canción, sino que se encuentra en expansión constante a manera de una nebulosa en plena explosión, creando nuevas atmósferas y haciendo que la curiosidad de aquellos que lo escuchen se intensifique a la espera de lo que sucederá durante el resto del año o de la vigencia de After the Disco en el medio.