Por: Yana Tumakova
La tierra es el hogar de los humanos, pero no solamente, también de los otros seres vivos que la habitan. La protección de la naturaleza y el tener un modo de vida sustentable no solamente debe nacer de una razón altruista o de protección a los animales, sino más bien, como una forma de sobrevivir.
Infinidad de cambios en la tierra ocurren todo el tiempo, infinidad de daños que no podemos ver a simple vista. Son procesos que ya han iniciado y la cuestión es si podemos reducir la velocidad de estos daños e impactos negativos en el planeta.
Poco a poco, nuestro estilo de vida se ha convertido en algo totalmente antropocéntrico. Los humanos nos hemos puesto en el centro de todo, muy a pesar del resto de los seres vivos y del planeta en su totalidad. Así, actualmente es una realidad que la mitad de los bosques en los trópicos han sido destruidos, cada día se pierden docenas de especies debido a las acciones de los humanos.
Para algunos expertos, hemos llegado a un punto de inflexión. Nuestro sistema ha llegado a un momento donde las consecuencias de nuestras acciones son irreversibles. Si nos detenemos a analizar el tema del clima, hay varios puntos de inflexión: muerte del bosque boreal, del Amazonas, pérdidas del hielo en el Ártico y el Antártico, disminución del hielo en Groenlandia, pérdida del permafrost, etc.
La combinación de estos puntos plantea distintos escenarios, cada uno negativo para el planeta. El cambio climático es una realidad que se ve nutrida por estos sucesos, ninguno de ellos será algo cómodo para los humanos.
A pesar de ser una realidad científica, los gobiernos de los países no se han puesto de acuerdo sobre cómo minimizar los impactos negativos al planeta. Por ejemplo, el Protocolo de Kioto, cuyo objetivo era reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global, no se ha cumplido. Adicionalmente, los dos países que más contaminan, China y Estados Unidos, no se han comprometido a respetarlo.
La cooperación internacional en el tema del cambio climático es clave. Las emisiones de todos los países contribuyen e importan. Lo triste es que también afecta más directamente a unos que a otros, los países insulares (islas), como Vanuatu, han sufrido los efectos del cambio climático con más intensidad, incluso con la posibilidad de desaparecer en unos años.
Para reducir las emisiones, se requiere voluntad de los países y apoyo tecnológico para no detener el desarrollo de los países y más bien transitar hacia economías sustentables que permitan el crecimiento sin dañar al ambiente.
Localmente los países y sus ciudadanos pueden hacer mucho. Se requieren cambios en la forma de desarrollo urbano, mejorar el transporte público, políticas de reciclaje, sustitución de las energías por las renovables, mejorar la infraestructura, etc. Los problemas ambientales tienen un impacto global pero las soluciones deben aplicarse de manera local.
La forma como hemos desarrollado nuestra vida requiere de los recursos del planeta para alimentarnos, vestirnos, movernos y resguardarnos. Resultaría imposible pensar en dejar de hacer lo anterior con el fin de no dañar al ambiente, lo que sí es posible es cambiar ciertas formas de producción y consumo con el objetivo de dañar lo menos posible.