Superhéroes a la mexicana: su origen
Por Manuel Figueroa Salinas
La inicios de la Lucha Libre en México se pueden rastrear hasta la segunda mitad del siglo XIX, durante la época del Segundo Imperio Mexicano (1863 – 1867). Con la llegada del Emperador Maximiliano y la Emperatriz Carlota se comenzaron a practicar diversas actividades traídas directamente desde Europa, la intención de esto era “europeizar” a la sociedad de la época.
Una de estas actividades fue la lucha grecorromana, que tenía gran tradición de antaño. La lucha se buscó introducir debido a que pretendía demostrar la fortaleza y el refinamiento del ejército francés. La primera función de lucha en México se llevó a cabo en el Palacio del Conde de Buenavista (actual Museo San Carlos), fue un 26 de junio de 1865. Posteriormente, con la caída del Imperio, la lucha se expandió para llegar a otras clases sociales. Durante los años siguientes, se expandió el deporte por México, aunque las condiciones para practicarlo eran escasas debido a la falta de recintos y de una reglamentación. Varios luchadores mexicanos comenzaron a luchar en Estados Unidos, en especial, en la parte fronteriza entre ambos países.
Giovanni Relesevitch, un antiguo luchador italiano se encargó de revivir la lucha libre de nueva cuenta a México. La compañía de Relesevitch realizó sus funciones en un teatro en el centro de la Ciudad de México. El mismo año, arribó Antonio Fournier con su compañía de lucha, que se presentó en el Teatro Colón. Varios años de éxitos siguieron al establecimiento de ambas compañías, la lucha sirvió como una distracción ante la Revolución Mexicana.
La lucha libre más espectacular se encontraba en la frontera (Arizona y Nuevo México) y los luchadores mexicanos Yaqui Joe y Francisco Charro Aguayo eran los más aclamados entre el público. Sin embargo, a pesar de su calidad técnica eran discriminados por ser mexicanos. En 1933, el racismo creció contra los luchadores y se les vetó, algunos fueron amenazados de muerte por parte de las autoridades locales en los pueblos o ciudades. Debido a la situación se repatriaron en México.
Salvador Lutteroth González, un ex revolucionario, hizo de todo para reclutarlos en su nueva empresa: EMLL (Empresa Mexicana de Lucha Libre). Así, buscó un recinto donde llevar a cabo las funciones, encontró una arena abandonada en la actual colonia Doctores, en o que eran las afueras de la CDMX. Lutteroth encontró en esa arena un espacio adecuado. Ubicada en Río de la Loza 94, debió ser acondicionada, y con una capacidad de 5 mil personas, se inauguró el 21 de septiembre de 1933. La primera función fue un éxito y en el primer año la empresa logró establecerse como líder en el campo. El siguiente año, 1934, Lutteroth compró un billete de lotería, su “cachito” resultó ser ganador por un monto de 40 mil pesos de la época. Con ello decidió erigir una nueva arena techada que albergara todas las personas que iban a las funciones en la colonia Doctores.
Se inició la construcción de la Arena Coliseo, entre los límites del Centro Histórico y el barrio de La Lagunilla. La construcción duró 9 años. Con una capacidad de 6 mil 500 personas fue inaugurada en la calle de Perú 77, el 2 de abril de 1943. La Arena Coliseo marcó un hito en la lucha libre, en primer lugar por ser una arena redonda, emulando los propios “coliseos romanos”, y por otra parte, porque ahí surgieron las primeras figuras del Pancracio mexicano, tal como El Santo, Blue Demon y Black Shadow, quienes hicieron apariciones especiales en este recinto.
La rivalidad entre el célebre “enmascarado de plata” y Black Shadow llegó a su punto más álgido en la lucha de estipulación de Máscara vs. Máscara. El 7 de noviembre de 1953, un lleno total abarrotó la función para ser testigos de la culminación más importante de la época: esa noche, el Santo desenmascaró a Black Shadow, quien fue el luchador al que se le atribuyó el inicio de la lucha aérea en México. Nació entonces la leyenda de El Santo.
En menos de dos años, la nueva Arena México estaba lista para ser estrenada, aunque hubo dificultades para su inauguración. El gobierno del Distrito Federal de la época, presidido por el regente, Ernesto Uruchurtu, impuso varias pruebas al nuevo recinto. Se mandaron a hacer pruebas de resistencia en las gradas colocando costales de arena para ver si aguantaría un peso de tonelada por metro cuadrado, lo que era mucho más de aquello que podría pesar un cúmulo de personas en el área. Las pruebas fueron un éxito, el gobierno capitalino no quería que una arena financiada con recursos privados fuera más grande y moderna que el auditorio municipal (actual Auditorio Nacional), construido con recursos del gobierno. Abrió sus puertas el 27 de abril de 1956. El padrino de honor fue Mario Moreno “Cantinflas” y la cartelera incluyó a las principales figuras de la época: Santo, Blue Demon y el Médico Asesino.
Desde ese momento la lucha libre creció exponencialmente en México y el mundo. Durante los años 60 y 70, la lucha libre mexicana se popularizó tanto que sus comenzaron giras por Japón y EU. Llegó a la televisión nacional. También nació el cine de luchadores, único en su tipo. Se representó al luchador como un superhéroe a la mexicana, ya no se necesitaba del cómic de Superman o Batman. El Santo y Blue Demon se convirtieron en los máximos héroes para los niños de la época.