Dr. Fernando Álvarez Ortega
En estos días estamos bajo una modalidad del Programa Hoy no circula (http://www.hoy-no-circula.com.mx/) debido a los niveles de contaminación del aire en la llamada Megalópolis; como bien sabemos ahora todos, independientemente del holograma de verificación que posea nuestro vehículo, debemos dejar de circular un día a la semana y un fin de semana al mes. Este es el hecho pero qué tan ética es esta medida del gobierno, ¿está basada en algún tipo de razonamiento moral? y la respuesta, aunque parezca extraño a algunos, es sí.
La teoría ética en la que se fundamenta esta decisión de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (http://www.gob.mx/comisionambiental) es una variante de lo que se denomina utilitarismo o consecuencialismo, para usar un nombre más moderno; según su principio rector se debe buscar el mayor placer y minimizar el dolor del mayor número posible de personas. En el caso específico del programa aplicado, aunque se genera un daño al impedir el libre tránsito de los vehículos, afectando así a individuos en lo particular, el daño causado aunque no mínimo no se equipara con el bienestar que se persigue.
El bien mayor que se busca es preservar la salud de todos los habitantes del área metropolitana; si no se toman este tipo de medidas los problemas de salud que se pudieran presentar seguro excederían la capacidad sanitaria instalada, hospitales públicos y privados, además de causar daños irreversibles en la salud de sus habitantes.
Así, desde una perspectiva moral, la medida está justificada; la justificación ética del programa no tiene nada que ver con las carencias que existen en la megalópolis para absorber el impacto de una medida de esta naturaleza; tal vez hayamos salvado utilitariamente a los habitantes del área y a la planta sanitaria, pero han quedado de manifiesto infinidad de problemas que padecemos y que ahora, de forma evidente, sufrimos. Éstos van a generar otros problemas morales que nada tienen que ver con el utilitarismo de la medida adoptada.