El gran fracaso de la división de desechos. Es momento de reciclar correctamente.

El gran fracaso de la división de desechos. Es momento de reciclar correctamente.

Foto vía Bitácora CAS

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A pesar de que la crisis ambiental es sumamente crítica, no siempre logramos generar un impacto significativo para contrarrestarla. Una prueba de ello es que en México no existe una cultura del reciclaje. Esto se debe, más que nada, a que hay muchos mitos alrededor del tema así como una carencia generalizada de información y una ejecución pobre del proceso que implica.

A principios de este año, cuando Ecoce y la Asociación Nacional de Industrias de Plástico (Anipac) anunciaron que en México se recicla cerca de la mitad del plástico que se produce con un total de 58%, nuestro país fue nombrado “el campeón del reciclaje“. Bajo tal halago, es sencillo conformarse y considerar que esta cifra refleja un logro insuperable. Pero es importante reconocer que podemos ir más allá y que, de hecho, no es tan complicado como podría parecer. Todo empieza por lo más básico: la correcta división de desechos.

¿Por qué los botes de basura que utilizamos no están del todo bien?

Hay varias maneras de clasificar nuestros desechos. La más básica de ellas y generalmente la más usada, es dividir entre orgánicos e inorgánicos. Este método es el más sencillo de seguir y es muy práctico cuando se cuenta con un buen sistema de compostaje, por lo que es ideal para hogares que cuenten con un jardín. Sin embargo, en espacios comunes con un uso intensivo, suelen ocurrir varios errores. Uno de ellos es que con este sistema todo lo inorgánico queda junto, haciendo que sólo los desechos orgánicos que son la minoría, sean aprovechados.

Otra falla de este sistema es que existe una gran confusión en torno al papel y al cartón, pues éstos son biodegradables sólo si no están plastificados o metalizados, lo cuál es difícil de reconocer. Esto ocasiona que la división de lo orgánico se llene de objetos que a largo plazo no se degradan con facilidad y ocupan demasiado espacio.

Otra clasificación común y un tanto más elaborada, es la de los cuatro botes básicos: azul para papel y cartón, amarillo para plástico, verde para vidrio y rojo para otros residuos.

Foto vía Erenovable

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Este fue uno de los primeros sistemas de reciclaje que se utilizó en México y sigue siendo bastante popular alrededor del mundo, aunque a veces cambia el orden de sus colores representativos. Se trata de un método efectivo pero nuevamente tiene algunos problemas que dificultan su eficacia. Uno de ellos es que algunos productos están hechos de varios materiales a la vez. Las cajas de leche son de cartón plastificado con tapas de plástico; las envolturas de las golosinas son de papel con acabado metálico y así podemos seguir con la mayoría de los desechos. Estos componentes mezclados entorpecen el proceso de reciclar.

A diferencia del sistema divisorio anterior, éste tiene una nueva carencia: deja de lado la basura orgánica, pues ésta no siempre cuenta con su propio apartado, lo que ocasiona que termine en algún compartimiento que no le corresponde.

Un último sistema es aquel que consiste en ocho botes de basura: vidrio, papel y cartón, plástico, metal, madera, textiles, peligrosos y orgánicos. Al ser más específico, este sistema resulta mejor que los anteriores, pero aún así comparte algunas de sus fallas y desafortunadamente no es tan común.

¿Entonces qué se puede hacer?

Para que un sistema de separación de desechos sea efectivo se debe tomar en consideración cada característica de la basura que se genera a diario; ya no basta con pensar solamente en los materiales básicos de fabricación o en poner únicamente cuatro o cinco opciones. Otro factor importante es que todos los botes de basura necesarios se tienen que encontrar en una misma locación o separados por distancias cortas porque de no ser así siempre resultará más sencillo arrojar un desecho donde no corresponde antes que caminar en busca de su sitio adecuado.

Foto vía Público

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También es práctico evitar el uso de palabras genéricas o subjetivas como “otros“ o “inorgánicos“, dado que al abarcar tanto, se termina incluyendo todo. La gente no se detiene a pensar en las demás opciones y lo arroja donde sea lo más fácil y rápido. De manera ideal, deberían haber muchas opciones, incluso si parecen demasiado específicas o si resultan tediosas, porque al momento de reciclar esto se compensa pues agiliza la operación.

Si se estableciera un sistema de división de desechos que fuera detallado, incluyente con todos los materiales y reconocido a nivel general, todos comprenderíamos que es importante llevar a cabo el proceso de manera correcta. Arrojar algo a un bote toma menos de un segundo, pero separar montones y montones de desechos mal clasificados implica un esfuerzo mayor.

Esta ineficiencia, derivada de la falta de información y de interés, provoca que simplemente sea más sencillo ponerlo todo junto en un vertedero. Aquello que podría tener una segunda vida, se convierte en una gran mancha gris. Está en nuestro poder tomarnos el tiempo de decidir qué hacer con la basura, pero también depende de nosotros aprender a producir cada vez menos.

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