Por: Ever Osorio
Ser mujer en este mundo es una situación diferente a la de ser hombre. Más allá de las evidentes diferencias de los órganos sexuales, los cuerpos de los seres humanos están expuestos a normas y estructuras sociales que condicionan de maneras diferentes nuestra existencia.
Un ejemplo muy sencillo es la idea de que el color rosa es para las niñas y el color azul para los niños. Si esta relación tiene un significado es porque se ha repetido una infinidad de veces, de manera que se construyó la creencia de que el color de las niñas es el rosa y el de los niños el azul, sin embargo, sabemos que a la personas nos pueden gustar otros colores y esta preferencia no tiene nada que ver con nuestros órganos sexuales ni con nuestras prácticas al respecto. Este ejemplo tan sencillo ilustra cómo hay muchos hábitos sociales que no tienen sentido pero, que operan en nuestros días y tienen como base la repetición y la costumbre, una costumbre con un origen patriarcal que supone cierta superioridad del hombre sobre la mujer.
Los problemas de género que padece nuestra sociedad hoy en día son producto de una larga historia de discriminación hacia todo lo que no encaje en los modelos sociales conservadores.
Se han heredado formas de pensamiento, de lenguaje, de trabajo, de familia, que reproducen, en muchos casos de manera inconsciente, la concepción de que la mujer es un ser inferior al hombre. Esta discriminación no opera sólo sobre las mujeres sino también, sobre personas que son consideradas, de alguna forma, diferentes a la idea dominante de lo normal como la comunidad LGBTTI, los pueblos amerindios y/o africanos, personas con capacidades diferentes y clases sociales en situación de desventaja.
Para combatir a la discriminación hacia la mujer hay que enfrentar a todo un sistema de pensamiento patriarcal, clasista y racista que parece muerto en el discurso político y en algunos instrumentos jurídicos pero que sigue presente en la vida diaria.
El ocho de marzo se celebra el día internacional de la mujer, una gran oportunidad para platicar sobre nuestra situación actual, como mujeres y como sociedad.
Se han elaborado muchas críticas respecto a la celebración del día de la mujer como una forma de discriminación inversa, es decir, se ha cuestionado el por qué no se celebra también el día del hombre ¿Acaso no es una forma de reafirmar la vulnerabilidad de la mujer? Sí lo es, y sería un error no reconocerlo, mencionarlo, hablarlo y trabajarlo, pues históricamente ha sido el grupo social menos favorecido. El error ha sido el presentar a la mujer como una víctima sin voz, pues las mujeres sí tienen voz, son sujetos, son personas y tienen las mismas capacidades sociales que los varones.
Hay que denunciar a las estructuras, los hechos y sus autores: que las mujeres tienen salarios menores a los de los hombres, que las mujeres ocupan menos puestos directivos que los hombres y que esto no tiene que ver con sus habilidades laborales sino con una práctica discriminatoria. Desafortunadamente, ejemplos sobran y, es por ello, que en el marco de esta celebración, se entregarán a lo largo de esta semana una serie de reportajes y entrevistas sobre las situaciones críticas que enfrenta la mujer como grupo vulnerable en pleno año 2015 en México.
Presentaremos algunos retos y problemas de género en esta década y cuales han sido los avances y/o retrocesos.
Para pensar de manera responsable en la frágil democracia mexicana, es urgente reflexionar sobre los medios de comunicación en nuestro país. Si, valga la redundancia, los medios comunican y hacen comunidad, hay que analizar si lo hacen con una perspectiva de género.
A su vez, es necesario hablar de la crisis de salud en cuanto a enfermedades infecciosas y crónico-degenerativas en las mujeres ¿Por qué es que está creciendo el porcentaje de mujeres con VIH en el país? ¿En que sentido las mujeres tienen un acceso a la justicia diferente a los hombres? ¿Cómo se insertan los derechos humanos en este debate?
Estas y otras preguntas serán abordadas durante esta semana con el fin de informar, reflexionar y debatir públicamente los desafíos que como sociedad enfrentamos para poder construir un país menos rosa, menos azul y más multicolor.