American Wrestlers no es una banda. Es Gary McClure, un hombre que intenta engañar al mundo. Al dar a conocer sus primeros sencillos, se mantuvo escondido detrás de un nombre, sin proveer ningún tipo de información acerca del origen de la música. Se asumió que era otra banda de jóvenes americanos pero, más adelante, se descubrió la verdad. McClure grabó sus composiciones totalmente solo en su casa con instrumentos de segunda mano y un drum machine. Esto se descubre durante los primeros segundos del disco debut y homónimo. Se sabe que Gary es un hombre solitario y es evidente que su proyecto no es una banda de cuatro adolescentes en un garaje. Él mismo lo admite en la primera canción, “There’s No One Crying Over Me Either”:
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Nada de eso es importante. El resultado es suficientemente bueno como para ganarle una invitación a todas las fiestas. La sencillez lo-fi del proyecto no es a propósito, suena así porque es lo mejor que Gary pudo crear con lo que tenía. Sin embargo, en vez de ser una debilidad, esto añade un encanto especial a canciones que uno se cansaría de escuchar si estuvieran muy producidas. “I Can Do No Wrong”, sin duda el sencillo más destacado del álbum, recuerda un poco a un Phoenix temprano, modesto y optimista:
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Ciertamente, American Wrestlers llama la atención. No es música para poner a los amigos, es esa que te hace sonreír mientras disfrutas de una tarde solitaria. Se sabe que hay gran potencial ahí y que en el futuro Gary podría convertirse en el músico más popular del barrio. Algo será de ese chico interesante en el rincón de la fiesta. Por ahora, American Wrestlers con lo poco que tiene logra mover emociones.