Más de dos semanas han transcurrido desde que el Amazonas comenzó a arder y a agonizar, al igual que muchas otras partes del mundo, especialmente en el continente africano. Pero ¿por qué hacer énfasis en este gran ecosistema? Porque es el pulmón más grande del mundo, considerando que produce 20% del oxígeno que necesitamos día a día. Sin embargo, hace apenas unos días nos enteramos del problema que atraviesa.

La chispa que encendió la tragedia

Hay múltiples factores. Uno de ellos es el cambio climático, el cual ha propiciado que las temporadas de sequías sean más largas y tengan un efecto más profundo. Otro -quizá el más importante- es el desarrollo de actividades humanas en la selva amazónica, lo cual incluye la quema de terreno (bien y mal intencionada) para limpiarla y utilizar el lugar para cultivo de varios productos tanto a nivel micro como industrial.

Por otra parte, no podemos dejar de lado la situación política por la que atraviesan diferentes países latinoamericanos, principalmente Brasil, la cual es especialmente delicada en cuanto a temas medioambientales. Recordemos que, en su momento, el Presidente Jair Bolsonaro propuso sacar a su país del Tratado de París, lo cual al final no se llevó a cabo.

Según números del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE, por sus siglas en inglés), en lo que va de su gobierno la deforestación del Amazonas ha aumentado un 88% respecto al año anterior, lo cual ha provocado que muchos grupos indígenas hayan sido relegados de sus territorios, además de la pérdida de fauna. Recordemos también que el presupuesto que otorga Brasil a estos grupos indígenas y diferentes ONG’s ha sufrido un recorte de cerca de 23 millones de dólares.

Ante esta crisis se calcula que se han consumido cerca de 500 mil hectáreas de bosque y pastizales, afectando no sólo a Brasil, sino a Bolivia, Paraguay y Perú. La situación es crítica pues peligran las vidas de cerca de un millón de personas y 3 millones de animales y plantas están en riesgo, incluso, de extinguirse.

¿Qué puedes hacer?

Vayamos más allá de la predicción que dice que el mundo se nos acaba en las próximas décadas y entendamos que hay cosas que son remediables a través de la colaboración y la empatía. A diferencia de la Catedral de Notre Dame, la situación del Amazonas involucra pérdidas de vidas humanas, de especies y se vuelve una condena para la vida como la conocemos ya que ocasiona que el cambio climático se acelere.

Reduce tu consumo de papel, carne y lácteos. Evita productos que no estén certificados como sustentables (especialmente provenientes de Brasil), si bien no es un impacto inmediato es algo que afecta a largo plazo a las industrias que siguen deforestando terreno.

También se puede donar a cualquiera de estas asociaciones (cuidado con las estafas):

SOS Amazonia: La ONG más grande de Brasil.

Amazon Watch: aceptan donaciones y apoyan grupos indígenas que cuidan del Amazonas.

WWF: Asociación que promueve la preservación del Amazonas así como de otros proyectos ecológicos.

Rainforest Action Network: ONG que protege los bosques y lleva a cabo diferentes acciones por el medio ambiente.

Instituto Socioambiental - ISA: ONG que promueve y cuida el amazonas, los derechos de los indígenas, etc.

Gaia Amazonas: te piden que les envíes un correo a juntos@gaiaamazonas.org para saber cómo puedes apoyarlos.

Rainforest Concern: apoyan diferentes proyectos de protección de bosques y selvas. Puedes patrocinar un pedazo de ellos. Además de otras formas de donar.

Ecosia: sitio de búsqueda que por cada 45 búsquedas planta un árbol.

RainForest Trust: Puedes escoger a diferentes proyectos ecológicos a cuales donar.

También puedes buscar más información en RainForest Alliance, Amazon Aid Foundation y GreenPeace