Dos series sobre adolescentes británicos que odiarás amar
Definitivamente cada nueva generación viene con un chip completamente diferente al de la generación predecesora, basta con sólo mirar a los “morritos” de hoy en día para darse cuenta que sus prioridades son muy diferentes a las de los adolescentes millenial. Mientras éstos últimos estaban concentrados en ponerse al corriente con los más recientes videos en MTV de sus celebridades favoritas en los dos miles, sus contrapartes de la llamada generación “Z” están más interesados en ser ellos mismos las celebridades. Prueba de ello es la proliferación de apps como Snapchat o Instagram donde aparentemente todos los “chavales” van dispuestos a lo que sea para conseguir views. Caso también de los youtubers que cada día son más jóvenes, más desenvueltos y mucho, mucho más desdeñosos de las limitaciones que los adultos pretenden imponerles. Pero ¿son realmente estas actitudes – presentes en todas y cada una de las generaciones a lo largo de la historia- un intento por destruir el conjunto de valores y principios que ostenta la sociedad que los rodea?
Para los que se atreven a entrar a la explosiva psique adolescente esa respuesta no será nada fácil de contestar y la televisión del Reino Unido se planteó muy seriamente esa tarea.
Probablemente todo empezó hace unos diez años, cuando en medio de varias series dirigidas a adolescentes en UK apareció un show rodeado de controversia y una extensa campaña de marketing, SKINS cautivó y atrapó no sólo a los más jóvenes sino a muchos adultos, pues desde sus primeros episodios quedó claro que no era la típica serie teenager. Hasta hace algunos años todavía se encontraba disponible en el catálogo de Netflix Latinoamérica, desafortunadamente ahora solo se encuentra el remake estadounidense pero algunos capítulos del show original aún pueden ser encontrados completos en Youtube.
A partir de ese periodo los creativos encontraron una nueva forma de explotar las series de este tipo y comenzaron a ser más y más frecuentes las historias que rompían con las tramas adolescentes tradicionales, los dos exponentes que les recomendaremos hoy forman actualmente parte del catálogo de Netflix y en ellos no encontrarán a los típicos personajes de mentalidades unidimensionales, lejos están de los rebuscados enredos amorosos de Dawson’s Creek o Beverly Hills, las elegantes aventuras de Gossip Girl, mucho menos encontraremos la comicidad de Malcom in the middle o cualquiera de los shows de Disney Channel; los personajes en estas producciones pueden ser jóvenes pero no encuentran ningún valor en ser o parecer inocentes, por el contrario, están dispuestos a experimentar y desafiar todo lo que esté a su alrededor con el único objetivo de saber hasta dónde pueden llegar en este mundo viviendo bajo sus propias reglas.
MisFits
Un grupo de jóvenes (sin absolutamente nada en común) se encuentran un día en el momento y lugar justo donde una tormenta eléctrica les otorga poderes sobrenaturales, habilidades tales como: manipular el tiempo, volverse invisible o leer los pensamientos ajenos. Hasta aquí todo puede parecer una premisa trillada, muy al estilo de Mighty Morphin Power Rangers o inclusive otros “superhéroes por accidente” como nuestro querido Spiderman, pero no se dejen engañar pues estos chicos no tienen absolutamente nada que ver con los honestos y cabales Peter Parker o Kymberly. Para empezar estos muchachos están cumpliendo una sentencia de servicio comunitario por diferentes fechorías que se irán revelando a lo largo de la trama, además de que una vez adquiridos sus súper poderes los acompañamos en su camino por descubrir cuáles son y cómo usar sus nuevas habilidades -generalmente en medio de situaciones inconvenientes y embarazosas- esto en combinación con sus propias inseguridades y problemas personales se vuelve extremadamente entretenido de ver, pues la neurosis de sus vidas cotidianas y el inconveniente de ganar nuevos y más poderosos enemigos a lo largo de las temporadas se vuelve constantemente ingobernable para el grupo.
Algo que también vale la pena destacar es que la naturaleza de los super poderes que adquieren los personajes tampoco es fácil de encontrar en tramas de ciencia ficción similares, para muestra: la habilidad de hacer que cualquiera desee tener sexo salvaje con sólo tocarlo, resucitar a los muertos o poder cambiar de sexo a voluntad no es algo que podamos ver, digamos, en cualquier película de The X-men.
Después del estreno de su primera temporada en 2009, esta serie ha tenido múltiples cambios en sus personajes, principalmente a partir de su tercera temporada. Estos cambios obedecen sin duda a la gran proyección que el propio show le dio a sus actores protagonistas, seguramente recordarán a Simon (Iwan Rheon) como el temible villano de Game of Thrones, Ramsay Bolton y a Alisha (Antonia Thomas) como Evie en la serie original de Netflix Lovesick. A pesar de los cambios en el reparto, la serie sobrevivió dos temporadas más y existe un alta probabilidad de que ello obedezca no sólo a la capacidad de los creadores de poner en ambientes poco comunes a un grupo de jovenes súper dotados, sino también al hecho de que éstos no tienen ningún interés en salvar el mundo, se ven obligados a intervenir en las vidas de otros conforme se descubren comprometidos con las personas que los rodean, sus familias, amigos, parejas y en general su círculo más cercano de influencia los lleva a encontrar su propia brújula moral en formas que ningún adolescente de la televisión de los noventas o los dos miles se hubiera podido imaginar jamás.
Para condimentar, debemos decir que el soundtrack no tiene desperdicio alguno, viniendo de círculos sociales diferentes y en general siendo personajes con motivaciones y objetivos distintos, el menú musical es tan vasto como prolíferos son los terrenos musicales británicos. El intro musical a cargo de The Rapture es un excelente abrebocas: Hot Chip, Florence and The Machine, LCD Soundsystem, Joy Division, Urge Overkill, Lykke Li, The Specials y Kasabian son sólo algunos de quienes acompañan a estos inadaptados en sus aventuras, contribuyendo a que por más intolerantes, odiosos y rebeldes que sean, no podamos resistirnos a acompañarlos siempre en un nuevo episodio.
The End of the F***ing World
Crudo, directo y brutal. Un gran título que describe bien la trama y a los personajes principales de este drama: no hay tiempo para regaños, hipocresías o disculpas, es el p**o final del mundo, aquí y ahora. Dos jóvenes que apenas rebasan los dieciséis años deciden huir juntos del tranquilo pueblo en el que habitan, uno para divertirse con la aventura, el otro para cumplir su sueño de convertirse finalmente en un asesino. En el camino se enfrentarán a peligros que no anticiparon y estarán cara a cara con la frialdad de la naturaleza humana.
Esta serie que se distingue por ir directo al grano de las cosas, es realmente corta pero no por ello fácil de mirar, cuenta con solo 8 episodios, cada uno con una duración de poco más de 20 minutos. James y Alyssa, los protagonistas de este drama salido de la parte más oscura del entretenimiento británico, han logrado en muy poco tiempo convertirse en un enorme éxito entre la audiencia de Netflix. Son jóvenes, destructivos, groseros, antipáticos y están muy, muy enojados con la vida.
Cuando James y Alyssa se encuentran no es fácil entender de dónde viene su ira y mientras nos confiesan sus más oscuros y profundos deseos consiguen hacernos sentir asustados de ellos, principalmente considerando su juventud y la aparente “vida perfecta” que llevan en un pueblo adinerado de Inglaterra.
¿Por qué buscan herir, humillar y desafiar a todas las personas con las que se cruzan en el camino? ¿Son Alyssa y James monstruos psicópatas que encuentran diversión en acabar con todo a su alrededor sin ninguna causa aparente? Conforme avanza la historia, empezamos lentamente a cuestionarnos si en realidad es el mundo el que les ha fallado a esta joven pareja, específicamente el mundo que los adultos han construido a su alrededor. Cada vez que parece que en su intento por huir de las mentiras y las apariencias que los ahogan, estos adolescentes cruzan la línea de lo correctamente moral, aparece un adulto para demostrarles que en realidad los valores que tanto profesan son contradictorios e insostenibles para ellos mismos.
Una característica poco común que podrán encontrar en esta historia es que el potencial romance parece ser solo un pretexto para desplegar el tremendo desprecio que los jóvenes sienten por la humanidad en general, esta pareja de rebeldes superan a la mayoría de las duplas adolescentes que nos hemos topado a lo largo de la historia de la pantalla chica. No están buscando alguien que los salve del mundo, ni siquiera de ellos mismos, se encuentran en el camino para ser cómplices, se encuentran para descubrirse en el otro y darse cuenta de que irónicamente son muy diferentes a la imagen que se aferraban en construir de sí mismos.
A James (Alex Lawther) lo recordarán por el tormentoso episodio de Black Mirror, “Shut Up and Dance” y también fue la versión joven de Alan Turing en The Imitation Game, en ambos interpretaba a un muchacho profundamente atormentado, ustedes juzgarán si ese tipo de personajes le quedan bien. Por otro lado a Alyssa (Jessica Barden), la recordarán como Justine en Penny Dreadful, otra serie original de Netflix. Ambos son jóvenes pero se han involucrado en proyectos muy alejados de los clásicos papeles de otros actores de su edad, lo que nos hace pensar que sus carreras están despegando con grandes posibilidades de salirse de los estereotipos que ya conocemos de memoria en el mundo de la farándula. En un papel de soporte identificarán también a Gemma Whelan, quien interpreta a Yara Greyjoy de Game of Thrones, en esta ocasión la vemos haciendo el papel de una detective tras los pasos de los protagonistas al mismo tiempo que intenta resolver su vida amorosa.
Para terminar les dejamos una probadita del soundtrack de esta serie y si les gustan los clásicos como The Cramps, Bernadette Carroll o Fleetwood Mac, estamos seguros de que les va a encantar.