Hoy que es día de la Santa Cruz dedico este artículo a los albañiles. Sólo Vicente Leñero, en su magnífica novela Los albañiles, rinde justo homenaje a estos héroes de la cotidianeidad que queman las horas absortos en la construcción de la obra. La palabra albañil, avisa Corominas, viene del árabe y significa constructor (banna). Hay otra palabra en el idioma español que funge como paraguas semántico para definir al arquitecto y al albañil: alarife. Un alarife es, en atención a su etimología, un “hombre entendido en construcción”.
Los albañiles saben edificar casas, hacer cruces de madera el tres de mayo y sonrojar con piropos a las mujeres. La palabra piropo tiene que ver con el fuego y, vuelvo a Corominas, se trata de “palabra lisonjera que se dice a una mujer bonita”. La sabiduría de los piropos vertidos por los albañiles desdeña la restricción de Corominas. La definición debe ahorrarse el adjetivo bonita porque los albañiles saben que, en rigor, no hay mujer fea sino hombres sin imaginación. El albañil como experto inventor de piropos excede las lindes de nuestro país. Recordemos la letra de una canción de Joaquín Sabina. La multimillonaria Cristina ”suspira y fantasea que la piropea un albañil”.
Es cierto que el tres de mayo la cuota de piropos se reduce porque el fervor ilumina el corazón de los albañiles, atentos a todos los deslices y faenas del mortero y la argamasa, de la cuchara y de la media cuchara. Es imposible, sin embargo, ignorar el movimiento grácil de una mujer vestida de negro que se dirige a misa para agradecer al Altísimo los favores y las bendiciones prodigados el día de la Santa Cruz. El albañil aguza su mirada. Hace a un lado la cuchara y observa el contoneo de aquel maravilloso caderamen. Entonces el albañil pronuncia entusiasmado hasta la cruz de madera que corona su obra un piropo que no tiene desperdicio: “Quién se murió en el cielo que hasta los ángeles andan de luto”.
Gilberto Prado Galán @gilpg conduce Entre Paréntesis (12 a 1pm) por Ibero 90.9