Fotos por Alex Compeán No hay nada más molesto en un concierto que la gente que no se calla. En un sobrio escenario apareció Devendra Banhart con sus tres músicos, separados de tal manera que acaparaban todo el espacio, adornados por luces que caían desde el techo en líneas que se cruzaban entre sí. Como era de esperarse, abrieron con "Golden Girls", la canción que da comienzo a su último álbum, Mala. Todo parecía ir viento en popa hasta que las canciones bajaron de tono y se volvieron más acústicas y tranquilas, para ese momento a veces se escuchaba más el barullo de las personas que las notas en sí.
Una de las cosas más bonitas de Devendra es la forma en la que mueve las manos mientras canta, es como un niño chiquito que intenta expresarse con tanta dificultad que saca por las manos toda la frustración de que no lo logren comprender del todo. Los momentos en los que el público se emocionó más fueron con melodías que se prestaban más para bailar, como con la sabrosa "Quédate Luna", aunque "Yellow Little Spider" que es más tenue también levantó gritos de gratitud. Hubo un momento en el que Devendra estaba solo con su guitarra sobre el foro, ahí fue cuando las voces de los asistentes se volvieron inaguantables, atrás de mí tenía una "experta musical" que le contaba a sus amigas en qué disco venía cada canción, al lado a alguien que se ponía de acuerdo con sus amigos qué plan después del concierto, y a mi alrededor puro barullo y entre el público se escuchaban también muchos intentos de callar a los demás. Las gracias que daba Banhart después de cantar parecían agradecimientos llenos de decepción.
Al ejecutar "I Feel Just Like a Child" Devendra se paseó por todo el stage moviéndose como niño chiquito haciendo berrinches. Al final de cuentas, Banhart es un artista que puede pasar de un folk hippie a sabrosuras latinas, o de un rock básico a piezas bailables. Después del encore se echaron dos canciones más y cerraron con "Carmensita". Aunque en cierto grado varios de los asistentes echaron a perder el concierto con todo su ruidero, por lo menos aplaudían al final de cada canción.
El Plaza Condesa no es un bar, es un recinto, y parece que muchos no se dieron cuenta. Tal vez hubiera sido mejor un foro más chico e íntimo para poder disfrutar al maravilloso Devendra.