Los comediantes suelen decir a su favor que mientras el aplauso del público se gana, la carcajada se roba, se arrebata. Un apotegma similar sirve a los narradores de historias de terror para construir sus tramas: el mayor reconocimiento a su trabajo no reside en qué tan entusiasta es la reseña, sino en cuántos escalofríos y estremecimientos le arrancaron sus personajes al reseñista. Los cuentos que conforman Demonia (Almadía, 2011), de Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972), no sólo me provocaron múltiples escalofríos; sino que me dejaron días enteros pensando (más bien dicho, padeciendo) en cada una de sus historias. Porque a cierta edad, gracias a las películas y libros del género, uno se cree inmune al susto, se asume “curado en espanto” hasta que de pronto cae en tus manos un libro capaz de hacerte difícil conciliar el sueño.
Es paradójico que la mejor arma de un narrador tan preciso como Esquinca sea sembrar la duda, tanto en sus personajes como en el lector: sus mejores tramas ocurren ahí donde es difícil distinguir entre la imaginación y la realidad. Otro logro particular de Demonia es aleccionar sobre la naturaleza del género: el miedo, según se discierne en cada cuento, no sólo es una respuesta a lo desconocido; sino que está emparentado a la enfermedad: llega a nosotros por contagio. Difícil no estremecerse cuando el terror proviene de un hecho completamente terrenal o cuando la presencia sobrenatural es apenas un actor sugerido cuando los personajes se ven acorralados en situaciones que no parecen tener una respuesta lógica. Como sugiere el título que da nombre al libro (y que sin duda es el más destacado del mismo), el mayor escalofrío se da cuando la causa del terror está lejos de ser un fantasma o, peor aún, cuando está en la propia mente del personaje: “el infierno está aquí”.
Podría agregar que Demonia sobresale por renovar muchos tópicos de las historias de terror, o que Esquinca es uno de los mejores cuentistas que podemos leer actualmente (sea de terror o no). Sin embargo el elogio más justo que pudo ofrecer es el siguiente: por culpa de un par de cuentos de Demonia, no dormí bien esta semana.