El origen del nuevo desfile para conmemorar el Día de Muertos en la capital del país surgió a partir de un desfile ficticio mostrado en la última película de James Bond, Spectre (2015) dirigida por Sam Mendes. El colorido desfile, que apareció en la cinta, aparentaba ante cualquier espectador ser una verdadera tradición mexicana. Fue entonces cuando el gobierno de la CDMX propuso recrear el mismo para este año. Daba la impresión de que sería una copia de aquel montaje, sin el más mínimo hueso de autenticidad.
Sin embargo, el desfile sorprendió a lo grande. Cada fase representaba una arista diferente de México: nuestros antepasados prehispánicos, juguetes tradicionales, bailes típicos, entre otros. Paseo de la Reforma se saturó de colores, catrinas, lentejuelas, papel picado y cempasúchiles; un espectáculo con una producción impactante.
Dieron las tres de la tarde en la Ciudad de México, y unos tambores prehispánicos se distinguían de entre la multitud formada a los lados de Paseo de la Reforma. Calaveras con tocados de madera y plumas corrían con el hipnotizante ritmo de los tambores.
Figuras inspiradas en códices mayas sobresalían entre los espectadores. A estas, les siguieron personajes que vestían penachos y pectorales, algunos de colores vivos, otros más sobrios, pero todos muy llamativos. Presentaban una imagen en donde el cruce generacional de culturas se encontraba al portar un enorme logotipo de una cafetería utiliza una sirena verde como emblema.
Las plumas no fueron el único material utilizado para los penachos; Calaveras vestidas de negro, blanco y rojo, con la cara pintada al estilo prehispánico y penachos de plumas rojas y negras, inundaron el desfile.
Las flores de cempasúchil estuvieron muy presentes durante todo el desfile; su primera aparición fue como sombrero de unos bailarines.
Las tradicionales flores de color naranja, llegaron más adelante representadas por un grupo de mujeres vestidas del color de esta flor de pies a cabeza.
Muñecas tradicionales mexicanas con la cara pintada de catrina atravesaron la multitud sobre coches clásicos convertibles. La gente formó parte del desfile cuando un grupo de acróbatas vestidos en trajes holográficos les aventaron enormes canicas. Fue un juego divertido de cachados entre los espectadores y los acróbatas.
Un momento que todo el mundo aplaudió fue el de la baraja de la lotería. El sol estaba radiante saludando a todos.
La música no podía faltar.
Calacas de colores se pasearon entre la multitud. Otras calaveras anunciaron la muerte con palabras muy mexicanas, escritas en letras rosas brillantes sobre lo que parecía la parte superior de una trajinera. No podían faltar las calaveras de James Bond. Se vio la cabeza de una calavera clásica de papel maché.
El sol de media tarde le sacó mil brillos al papel picado que ondeó sobre las cabezas de los espectadores. Frida Kahlo estuvo presente en la forma de una catrina de papel maché enorme.
Algunos participantes del desfile llevaban máscaras con brillos, coronas y una infinidad de detalles en las caras; otros llevaban la cara pintada con trazos más burdos, y en la cabeza tiras de tela con alusión al México prehispánico.
Las clásicas calacas con brillantina y colores brillantes inundaron la calle de color con listones y flores de papel. Un altar repleto de cempasúchiles y huacales le fue dedicado a Juan Gabriel y Frida Kahlo. Así se vivió el primer desfile de Día de muertos en la CDMX, donde el color prehispánico reunió