Ni las primeras lluvias del año, ni el caos en el que se convirtió el metro de la Ciudad de México evitaron que el público asistiera a la segunda fecha de la Worldwired Tour de Metallica, en su paso por México.
Los honores iniciales corrieron a cargo de una banda oriunda de Torreón, Coahuila: Halcón 7, unos de los ganadores del concurso para ser teloneros de las dos leyendas que se presentan desde el miércoles 1 de marzo en el Foro Sol. A pesar de ser una banda joven – apenas cuatro años bajo ese nombre – los músicos que la conforman dieron muestra de su experiencia sobre el escenario. Enfundados en sus uniformes y con las caras cubiertas por sus máscaras, Halcón 7 hizo gala de una técnica impresionante, aunque no se puede negar el ambiente del Foro Sol que se cubrió por la nostalgia por la escena de finales de los noventa en el metal.
Siguió el acto más esperado por muchos de los asistentes a las tres fechas de esta gira, pues ¿quién no escuchó a más de uno decir que sólo irían a ver a Iggy Pop? A 10 años de que se presentara con The Stooges en nuestro país, dio muestra que por sus venas aún corre la sangre de ese joven inquieto que alguna vez fue parte de The Iguanas.
Lo más notable de esta noche fue la buena respuesta del público a Iggy Pop, contrario a lo sucedido la primera noche, y no cabe duda de por qué Metallica lo eligió para abrir estas fechas. Quedó claro el por qué Iggy ha sido una de las más grandes influencias musicales desde hace cinco décadas. Un setlist que si no comprendió toda su carrera, si fue una muestra de las etapas más representativas de ella.
Tras una espera de casi cinco años, llegó el turno de los estelares. A donde quiera que uno volteara se veía la anticipación de los presentes, sin importar cuántas veces hubieran visto a la banda, incluso, si ya habían ido el miércoles. Se sentía en el ambiente una comunión entre todo el público, y la intensidad sólo se acrecentaba al momento en que comenzaron a sonar las notas de “The Ecstasy of Gold”, composición de Ennio Morricone, que anunciaba la salida de Metallica al escenario.
El setlist en esencia era el mismo que la fecha anterior, y las encargadas de abrir la noche fueron “Hardwired” y “Atlas Rise!”, para dar paso al clásico “For Whom The Bell Tolls” del Ride The Lightnining. El primer cambio en el set fue la presencia de “Fuel”, de la que muchos fans extremos consideran una de las peores épocas de la banda, aunque eso no evitó que otros miles de asistentes la corearan. Siguieron con uno de sus himnos más importantes: “The Unforgiven”. Esta fue la pauta a otra dupla del Hardwired... To Selfdestruct – “Now That We’re Dead” y “Moth Into Flame”.
Con esto siguieron más clásicos, esta vez del primer disco en el que participara Jason Newsted, ... And Justice For All, con “Harvester on Sorrow” y “Halo On Fire” que comprobó que el último disco de Metallica funciona perfectamente dentro del catálogo temprano de la banda.
Las canciones que siguieron no son nada sino icónicas: “No Remorse”, en las celebraciones de los 31 años del Master of Puppets; seguida por “Sad But True” y el clásico tema anti-guerra “One”.
Todo parecía dejar listo al personal para entregar uno de los temas más potentes: “Master Of Puppets”, y por supuesto la energía tanto de la banda como del público se desbordó por completo. El set inicial concluyó con “Fade To Black” y “Seek And Destroy”
Luego de unos minutos en los que los asistentes pedían más y más, los californianos regresaron con “Battery”, un tema que muchos rogaban escuchar, y la felicidad de estos se notaba a leguas. El cierre del show fue el mismo que dos noches atrás, “Nothing Else Matters” y la popular “Enter Sandman”.
A pesar de las eternas quejas de aquellos que nunca quedan satisfechos con ningún concierto (siempre se les queda a deber alguna canción, ¿no?), Metallica ofreció un espectáculo que en realidad no decepcionó a propios y extraños. Este fue un concierto en el que durante 16 temas todos los públicos de la banda se unieron en un grito al unísono, y la banda entregó todo.