[Originalmente publicada en Publimetro, el 15 de junio del 2012]
Millie es una mujer que vive en una casa del suburbio, abstraída en tres pantallas que van de piso a techo, en las cuales interactúa con la llamada “familia” de la televisión. Está obsesionada con las telenovelas y los chismes de sus “primos” y “tías”. De hecho convive más con ellos, que con su esposo, porque en la “familia” ella encuentra la verdadera felicidad. Para Millie, los libros son un mito.
Montag es el esposo de Millie y trabaja para el sistema. Es un bombero, pero su labor no es la de apagar incendios, sino la de quemar los libros hallados durante las redadas contra las personas que los ocultan de modo clandestino.
El bombero vive sus días inminentemente insatisfecho, entre el sonambulismo de su esposa y la opresión del sistema. Sabe que algo está mal, pero no se atreve a cuestionar. Es Clarisse, la chica de 17 años que conoce en el monoriel de camino a casa, la que le contagia un espíritu inquieto, librepensador y que lo lleva a preguntarse sobre su propia vida y el modo en que están escritas las reglas de esta sociedad sin libros. Un día, durante una redada, Montag “guarda” un libro. Y ante el horror de su esposa, y la desaprobación de su jefe, se convierte en disidente...
Era 1953 y Ray Bradbury imaginaba en Fahrenheit 451, la distopía de una sociedad tele-dirigida -dominada por el entretenimiento- en la cual los libros estaban proscritos. Bradbury murió el pasado 5 de junio. Debió haber sido fascinante para el autor ver con sus propios ojos cómo sería el 2012, y cómo la ciencia progresaba y la ficción descrita en su novela corta, se convertía en realidad. Aquí, una liga para ver en YouTube la adaptación a Fahrenheit 451 (1966, François Truffaut).
En el México pre-electoral, la distopía nos ha alcanzado también: más allá de un candidato que se ha ganado la infamia debido a su nulo conocimiento sobre literatura, la sociedad está partida entre los que son como Millie: evaden su realidad ante la suave persuasión de la familia televisiva. O los que son como Montag: inconformes, sumidos en la apatía y sometidos por las lineamientos de la vida adulta. Algunos otros son como Clarisse, librepensadores...
A solo 16 días del 1º de Julio, aquellas/os que apoyan el #YoSoy132 realizan brigadas en el transporte público, en espacios públicos y en las sobremesas familiares, en un intento por despertar a la sociedad del letargo que se le ha impuesto.
Fahrenheit 132º se podría llamar esta brigada urgente. Una chispa que encienda la flama -una #Luz132- con la promesa de un futuro poblado por políticos y ciudadanos que sí sean amantes de los libros.