"Cuando estoy vivo, vivo para ti": Iron and Wine en el Lunario

Fotos por Luis Calleja

Cuando uno se entrega plenamente a otra persona o a una actividad en específico, no necesita nada más para que su vida esté completa; ejemplo de esto fue lo vivido en el concierto de Iron and Wine. Si bien el Lunario se presta para presentaciones íntimas, en esta presentación el artista y el público se fusionaron. El oriundo de Carolina del Sur permitió que los presentes se acercaran tanto a él, que sólo faltó que invitara a alguien a subirse al escenario para compartir una copa de vino. La química existente era más que ideal.

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Pasadas las nueve de la noche la banda del DF, Torres de Hanoi, hizo presencia como acto abridor. Interpretaron 5 temas, entre ellos “Sobrenatural”, que se desprende de su segunda producción, e invitaron a los asistentes a apoyarlos en su proyecto de Fondeadora para poder producir este segundo álbum en forma de vinil.

Tras la participación de los capitalinos, llegó el turno de que Sam Beam (a.k.a Iron and Wine) se subiera al escenario. Lo hizo de una forma un tanto impactante en primera instancia, ya que solamente se encontraba él junto a sus dos guitarras y una pequeña mesa donde había botellas de agua y una copa de vino. Mientras se acomodaba la guitarra le preguntó al público: “¿Con que canción quieren que empiece?”, para cumplir la petición de iniciar con “The Trapeze Swinger”. En el mismo instante que empezó a cantar, la audiencia del Lunario guardó completo silencio, absorta ante la maestría que demostraba el músico en la ejecución de sus canciones, ya que su aliento llenaba todo el escenario.

 

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Los temas continuaron y, entre ellos, Beam charlaba con los asistentes de primera fila y bromeaba con ellos mientras afinaba su guitarra. Tras cantar temas como “Sodom South Georgia”, “Joy” y “Woman King” le comentó al público mientras sonreía: “A ustedes de verdad les encantan los temas viejos”, lo que sirvió de introducción a “Such Great Heights”, cover a The Postal Service que lanzó a Beam a la fama en 2003.

Fiel al popular dicho, Iron and Wine guardó lo mejor para el final. Uno de los momentos más emblemáticos del concierto fue durante “Naked as We Came”, cuando el público se rindió a sus barbas dado lo hermoso de su interpretación. Pero esto sólo comenzaba ya que, tras cantar “Lovers' Revolution” y “Two Hungry Blackbirds”, “Flightless Bird American Mouth” arrebató los corazones de todos con su gran despliegue vocal.

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Tras salir del escenario y dejar a todos con ganas de escuchar más, volvió con "Upward Over the Mountain". Agradeció la presencia de los asistentes y finalizó una mágica velada en la que el tiempo transcurrió de diferente manera para aquellos ubicados dentro del Lunario. Para la reflexión queda el coro de la última canción: “Esperemos que el amanecer traiga esperanza a donde ya ha sido olvidada”.

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