Este texto fue publicado originalmente en la columna de Ibero 90.9 en Publimetro.
Estoy seguro que todos conocemos o conoceremos a alguna persona con VIH o SIDA, y que trataremos de explicar, incluso a nosotros mismos, que las razones de su infección no están relacionadas con algo que ellos hayan querido, sino al descuido, un accidente, algo que no debió pasar, que fue mala suerte, una maldición, un merecido, o ni modo, algo que pasa muy a menudo. Y ojo, mi opinión no pretende ser moralista, ni juiciosa.
He perdido a tres amigos por complicaciones de salud relacionadas con el VIH, los extraño horrores, pienso que se fueron mucho antes de su tiempo, pero en los tres casos puedo decir que sabían que tenían prácticas de riesgo, y que hay situaciones que no tienen nada que ver con la suerte o el destino. Estos tres amigos eran hombres jóvenes, clase media, solteros, profesionistas y con un buen trabajo; es decir, gozaban de todos los privilegios de vivir en una sociedad patriarcal y machista como la mexicana (salvo un dato, eran gays). Duele decirlo, me da pena decirlo, porque hasta que golpea tan cerca es cuando normalmente ponemos atención.
Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo existe una población cercana a los 37 millones de personas con VIH, casi 2 millones murieron el año pasado por causas relacionadas. Con base en ello han creado la campaña #MyRightToHealth (#Miderechoalasalud), en la que buscan presionar a los gobiernos a enfocar sus esfuerzos en fortalecer la ayuda a aquellos que están infectados. Y aunque haya comentarios acerca de lo bien que se puede vivir con todo y VIH lo cierto es que el acceso a retrovirales aún sigue siendo restringido. Unamos esfuerzos, unamos iniciativas, apoyémonos.
Conoce tu status, este 1 de diciembre es el Día Internacional de Lucha Contra el SIDA. Es muy contradictorio que seamos tan quisquillosos cuando algo se nos cae al suelo, inmediatamente lo lavamos y desinfectamos. Pero apenas alguien se desabrocha la bragueta nos llevamos a la boca cualquier entrepierna. No, la idea no es decir que exageramos en la limpieza cuando algo se nos cae al suelo, la idea es cuidar nuestros hoyitos: el vaginal, el anal, el uretral, el bucal, de cualquier bicho, porque todo mundo sabe equivocarse solo, pero para equivocarse solo hace falta una oportunidad.