¿Qué tiene Coachella que no tengamos por acá?

El gran sueño del melómano chilango es ahorrar el dinero suficiente para embarcarse a un gran festival en el extranjero como Coachella, Lollapalooza, Tomorrowland, o Glastonbury. Un acontecimiento donde podrán ver bandas que jamás pisarían suelo azteca, para después pavonearse como el individuo que vio a “x” banda antes de que viniera a México o que se hiciera mainstream. El lineup de los grandes festivales es una constante repetición de las mismas bandas con la inclusión de ingredientes frescos, tales como reuniones de grupos o actos sorpresa. Seguimos yendo a festivales en el extranjero, cuando la oferta local puede ser incluso más nutrida.

Los festivales en México cuentan con dos piedras angulares: el Vive Latino y el Corona Capital, que seguirán creciendo cada vez más por la sana competencia que existe entre ellos. También encontramos festivales más pequeños como Mutek o  Indie-O Fest que se dedican a géneros específicos, o el Festival Marvin que utiliza un modelo arriesgado de varios venues similar a SWSX.  La festivalitis no cede fuera de la capital y existen importantes eventos como el NRMAL, Bahidorá, Indio Emergente, o Hell and Heaven Fest.

Tampoco es válido olvidar el pasado. Antes de llegar al constante afluente de festivales que tenemos hoy en día, tuvieron que nacer y morir varias opciones similares como Manifest, MxBeat, o Motorokr que a pesar de tener calidad no pudieron persistir. También existieron otros desafortunados como el accidentado Colmena, y el bizarro Goliath donde Black Eyed Peas y Justice compartían cartel.

Tras un enorme crecimiento en la escena mexicana, surge la siguiente pregunta: ¿Cuál es el objetivo de los festivales? Si éste es funcionar como el perfecto escaparate para el artista del momento y obtener un buen rendimiento económico como recompensa, o ser un evento que busque transmitir una ideología –como las campañas para cuidar el agua en Glastonbury–  y cuyo eslabón sea la música para atraer al espectador. Por otro lado, ¿Qué quiere el espectador? Descubrir nuevos sonidos o simplemente estar en el lugar de moda.

En este fin de semana ocurre Coachella en California: ¿por qué seguimos yendo a este destino festivalero cuando los mismos artistas eventualmente llegarán al D.F.? ¿Qué le seguimos envidiando a Coachella además de las palmeras, el desierto y los hipster-springbreakers?

Texto originalmente publicado en el  Publimetro del 12 de abril de 2013.

Madame Recamier

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