"Decreto tras decreto, tuit tras tuit, Donald Trump ha intensificado la política anti inmigrantes de Estados Unidos". En este escenario de intolerancia, las ciudades santuario que apoyan y protegen a los indocumentados, han recibido la amenaza de ver reducidos sus recursos federales, sobre todo dedicados a programas sociales. Las primeras víctimas de la intolerancia y la discriminación de Trump son las mujeres. María Socorro Pesqueira, presidenta de la organización Mujeres Latinas en Acción, quien trabaja por la causa de esas mujeres y las familias de las personas migrantes indocumentadas, afirma sentirse afortunada de vivir en Chicago, una localidad “donde el alcalde, al igual que los concejales, apoyan el seguir como una Ciudad Santuario. Una ciudad que respeta y que a la misma vez ve y reconoce lo importante que son las comunidades migrantes aquí en nuestra ciudad”.
Pesqueira asegura que una de las principales acciones que como organización realizan, es procurar que todos conozcan sus derechos.
El panorama para las familias avecindadas en Estados Unidos con miembros indocumentados se mantiene incierto, por lo que organizaciones como Mujeres Latinas en Acción realizan talleres de auténtica prevención ante la inminencia de que cualquiera en cualquier momento pueda sufrir una deportación.
Razón por la cual “la gente tiene miedo, están haciendo hasta planes. Les estamos recomendando que si son indocumentados y son detenidos, que planeen desde antes quién cuidaría a sus hijos. Que hagan planes de quienes van a ser sus guardianes legales de sus hijos (sic)”, detalla Pesqueira.
En cuanto a las acciones necesarias para realizar la protección de las comunidades amenazadas, Ana Soto, activista política en Chicago, con 20 años de trabajo de manera independiente, deja claro que se cuentan con pocos recursos para defender a los indocumentados, aunque asegura que “cada vez hay más ciudades que toman una postura en defensa de sus comunidades (migrantes)”.
"El ser una ciudad santuario quiere decir que la policía no tiene derecho, o se prohíbe que la policía participe en deportación de personas, lo cual no tiene que ver con que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) pueda entrar a cualquier ciudad", aclara la activista.
“Esta lucha no es nueva para nosotros los activistas. Obama deportó a tres millones de personas. Si Trump logra lo mismo, para nosotros no es una lucha nueva”, explica Ana Soto.
Frente a la agresiva política exterior de Trump, en el ámbito de la migración, las protestas y la organización continúan.