Cielito Lindo:
Usualmente, el “Cielito Lindo” se entonaba por ahí del minuto 35 del segundo tiempo, una vez que El Tri ya tenía el partido en la bolsa. Juego tras juego, la copla de origen español, se ha naturalizado mexicana. La popularidad del cántico se ha emancipado como algo genuino, gracias al júbilo futbolístico contagiado de boca en boca. El consenso común ha dictaminado que el “Cielito Lindo” es la canción que nos une y nos define como nación, en los momentos de la gloria y el triunfo deportivo, aunque sea un tema melancólico más que aguerrido,
Para este Mundial, sin embargo, las marcas han notado la plusvalía de dicho tema, y la han convertido en un mantra que se repite ad nauseam, coptada como un jingle comercial. “Cielito Lindo” ya no ocurre de modo ritualístico, sino por explotación: ya no se trata de un canto espontáneo ante la victoria inminente, sino de un slogan que ocurre 24/7, en cualquier corte comercial. Ya no es un tema cantado por convicción, sino por imposición.
Puto:
Y mientras el “Cielito Lindo” es reflejo de un festejo sano, políticamente correcto (perfecto heraldo para representar los valores de las marcas), éste tiene un hermano incómodo, proveniente de la irreprimible picardía nacional: Gritar “Puto” ante el despeje del equipo contrario, es un grito pujante y catártico, crudo y malicioso. Es lugar común que en los estadios, arenas y palenques, el mexicano (usualmente limitado por el pudor institucional), puede liberar sus demonios sin recato.
Esta diablura colectiva que ha venido ocurriendo por al menos dos décadas, al fin se topó con una prefecto moral: la FIFA. Esta verdad velada a medias –tolerada en medios mexicanos bajo la doble moral– se encontró con el escenario global del México-Brasil, donde incluso la torçida brasileira se contagió del grito, y lo adoptó como propio.
Bajo el marco del Fair Play y Say No to Racism: ¿Es éste un grito homofóbico? Sí. ¿Es el grito identitario de los aficionados mexicanos? También. Retirar este innuendo mexicano, sería como que nos pidieran quitar el nopal de nuestra bandera, sólo porque tiene espinas. ¿Podremos tener la perspicacia de transformar este grito en algo políticamente correcto? ¿Gritarle “Fuá” a nuestro portero, en lugar de intimidar al rival, insinuando su poca hombría? Nos toca asumir que somos un pueblo homofóbico, y que así lo expresamos inconscientemente: somos tan “Cielito Lindo”, como #todossomosputos.
Texto escrito para Publimetro del viernes 20 de junio 2014