Chimal y Rivera Garza: el gozo de la relectura

Hay reediciones que deberían celebrarse tanto como las novedades. Mejor aún: hay reediciones que deberían ser consideradas novedades. Ya sea porque tiene un carácter consagratorio o porque opere como un sincero rescate, la reedición, ante todo, tiene un mensaje: “Esta vez no te pierdas este libro”. El año pasado hubo dos reediciones que no deberían pasar desapercibidas: Nadie me verá llorar (Tusquets) de Cristina Rivera Garza y Gente del mundo (ERA) de Alberto Chimal.

Acompañada de un prólogo inédito esclarecedor, la edición especial por el XV aniversario de Nadie me verá llorar pone en su justo lugar a la novela debut de Rivera Garza, como uno más de ese puñado de libros que demostraron las capacidades de toda una generación de narradores. Por supuesto, toda reedición contiene sus peligros: pocos terrores más profundos para un lector que perder en la relectura la admiración por un libro que nos deslumbró en un primer acercamiento. Por fortuna Nadie me verá llorar no sólo sobrevive la prueba del reencuentro sino ofrece nuevas lecturas de la obra posterior de Rivera Garza. En mi caso lector, por ejemplo, leí, sí con amplio gusto esta novela pero pronto decanté mi entusiasmo hacia las obras más recientes de la autora. Ahora me encuentro con que la historia de Joaquín Buitrago y Matilda Burgos, en el marco de un sitio tan atrayente como atemorizante, el antiguo manicomio de La Castañeda, contiene mucho de lo que cualquier lector aprecia de libros como El mal de la taiga o Verde Shanghai

Del otro lado se encuentra Gente del mundo de Alberto Chimal. Su primera edición en la colección Tierra Adentro representó un hito personal para un autor que hasta ese momento no había contado con la suficiente proyección. Si bien ahora es reconocido por libros como Los esclavos o Grey, es probable que el Chimal más intrépido se encuentre en este libro que tiene tanto de manual de antropología fantástica como de poemario: descripciones, costumbres e historias de pueblos imaginarios que muchas veces se cruzan con la imagen que tenemos de comunidades reales.

Nadie me verá llorar y Gente del mundo demuestran que difícilmente se puede aquilatar con rigor un libro si no es por el gozoso trámite de la relectura. De igual forma, quien aún no se haya acercado a la obra de Chimal y Rivera Garza difícilmente encontrará dos mejores formas de sumergirse a la obras de estos dos autores tan actuales como imprescindibles.

Por Eduardo de Gortari

@edegortari

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Zigma Política 14 de enero de 2015