Fotografías: FIC. La llovizna se hizo presente en Guanajuato y rápidamente se transformó en brisa marina; el martes 24 de Octubre, la banda venezolana OKills, hizo bailar al público en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, con un show que irradió el calor tan necesario en la fría noche.
La banda cuenta con dos discos: el primero llamado Reiniciando Transmisión; el segundo América Supersónica; el concierto se derivó de la gira que lleva el mismo nombre y que los llevado a tocar en diferentes festivales y recintos de la República Mexicana.
Con un discurso anti-sociedad y la manera en que el sistema se maneja, los venezolanos autoproclamados chilangos dejaron en claro que la manera en que piensan es inamovible, lo expresan en cada una de sus canciones, y hacen que el público entienda su ideología; sus melodías y acordes de rock tropical -como ellos lo denominan- te hacen adoptar y asentir su discurso.
El escenario adornado de plantas, camisas floreadas y tropicalidad; arrancaron su presentación con una introducción ambiental muy cinematográfica que nos remontó a algún soundtrack noventero de película de Robin Williams. Luego vino la canción Gritarle, derivada de su primer disco; seguida de Céntimos, en la cual Alberto Arcas, vocalista y líder de la banda dio una introducción. Aconsejó al público para luchar por los sueños y no caer en las garras de lo que dicta la sociedad, no casarse si no se quiere, buscar un trabajo que sea pleno; también advirtió que las canciones de OKills no son “dedicables”, excepto unas cuantas cómo Después que prosiguió el discurso y nos llevó hasta el cielo.
Siguieron con Menos tú que causó confusión, porque aunque insisten en lo poco apropiables que son sus canciones, sus líricas demuestran los contrario; algunas hablan de amor y desamor. Continuaron rompiéndola en el recinto con Tiempo, rematando con un solo de guitarra -a cargo del guitarrista Leonardo “El Kmarón” Jaramillo- que terminó envolviendo la canción y nos dio sabor de Something Stupid de Frank Sinatra. En este punto del show, Okills, demostró la importancia que le prestan a la sección de bases rítmicas -el bajo y la batería- manteniendo muy presente el groove que hace énfasis en la identidad de su género. Baterías con destellos de batucadas y bajos que van desde lo cumbianchero hasta la tónica del rock.
El cielo caliginoso de Guanajuato hizo aparición en el escenario cuando la banda interpretó Nube, una de las favoritas del público; del cielo bajó un pájaro y siendo portavoz de un cuento de folklore venezolano y a manera de cover de Simón Díaz, nos hipnotizaron con El Alcavarán, mediando ritmos y tiempos constantemente durante la canción. Siguió Asesina, que con tintes hawaianos, nos hicieron bailar y haciendo alusión a la misma: portarnos mal. En medio del viaje supersónico, seguimos bailando con su más reciente sencillo Funcional; el ukulele y las animaciones de la pantalla dieron paso a Humano, y a manera de juego de voces, la banda interactuó con la audiencia y logró una conexión cohesiva.
Rindiendo tributo a la identidad latinoamericana de la que todos estamos orgullosos, y sólo con guitarra y voz, dedicaron una parte de Cómo te extraño, mi amor/Amor Divino, por supuesto que acompañados de todo el público de la Alhóndiga que ya se sentía en confianza con ellos. Continuaron con Si me ves, seguidos del clímax del concierto: la canción Baldor hizo estallar la noche y al público, a manera de carnaval con pelotas y silbatos, la banda consolidó su atractivo y seguramente ganó varios fans por esa interpretación. Para concluir la noche, cerraron con Lo mejor, lo peor, canción sumamente pegadiza y aunque no sea su intención, más de una persona seguramente la dedicó. Y -como ellos dicen- a OKills les deseamos lo mejor de lo mejor.