*{recuerdos extraídos y typeados de @aybetoques en el @cervanitno}*

Una vez más estoy ahí con gorro gris sin ningún rastro de heces de palomas.

Mientras ando en la fila alejado de los pilares que lagriman excremento, contemplo el lobby la estructura del Teatro Juárez analizando el conflicto de identidad que refleja su incongruencia latente.

La apariencia desde afuera remite inmediatamente una asociación hacia las formas artísticas griegas (que en realidad son romana, pero pues ellos se influenciaron de los griegos)….columnas imponentes, esculturas de ocho musas que carecen de alma pero les sobra ego… -

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*...pretensión en tu idioma... Otra situación para analizar el complejo de los mexicana que se nota en constante trip de replicar espacios y corrientes artísticas en el territorio con la intención de generar una propia cultura.*

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Justo cuando asumes que se mantiene en esos estilos mediterráneos ingresas al recinto y notas como las decoraciones se ajustan hacia siglos posteriores y eventualmente terminan en una fusión de distintas latitudes y épocas (disque lo que viene siendo ecléctico).

En este lugar que alberga mashups de estilos se presentaría el Ensemble Intercontemporain, uno de los más importantes para la ejecución de música contemporánea. Se podría resumir como música que se caracteriza por alejarse de los modelos del romanticismo y buscar nuevas expresiones de ritmo alejadas de la fórmula común del tempo.

El Ensamble fue fundado en 1976 y para la función de este Cervantino contaría con quince de sus músicos liderados por el director Julien Leroy.

La presentación fue dividida en dos partes, su primera mitad fue un comienzo muy útil para poner a prueba la disposición de los asistentes.

Arrancando con ocho instrumentos que ejercían una arritmia provocadora de tensión y relajación, (algo así como una fuerza inconstante sobre una liga de hule) los Intercontemporain lograron que alguna parte de la audiencia saliera durante el intermedio y no volviera entrar al teatro -unos fallaron en salir de su zona de confort-

Regresando del intermedio el staff colocó podiums alrededor de la planta baja del Teatro Juárez que serían ocupados por músicos y realizarían el acto más memorable de la noche que consistía en ejecutar una pieza de Dai Fujikara de manera estereofónica que probablemente disfrutaron los afortunados oídos (y tal vez cuerpos) de la parte baja. Durante la tocada sobresalió el clarinete contrabajo con un groove metálico, la rudeza del contrabajo que vibraba por las paredes y sobre todo la memorable encarada del maestro de orquestas hacia la audiencia…los directores también pueden ver al público…

[Fotografía cortesía del archivo de prensa del Festival Cervantino]

La última obra que tocaron fue un concierto escrito por György Ligeti que estaba compuesto para trece instrumentos que en realidad fue reducido a la presencia liderada del extraordinario Pierre Struach tocando el violonchelo (recorridos de notas realizados hasta con las yemas de los dedos) y el mindfuck de dos pianos en escenario.

Así como en algunos momentos del concierto, el cierre estuvo busco… un silencio de instrumentos precipitado que ahora era interrumpido por un ruido nuevo:

aplausos que que simulan ser parejos.. sigue así por un rato, eventualmente se vuelve una prueba de resistencia hasta que se prende la luz y todos se encaminan a la salida.

Unos se felicitan haber aguantado tanto rato otros lamentan haber compartido tiempo con ellos.

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