Por Sofía V. (@sofiavim) Hay veces en los que el día mejora notoriamente sólo por encontrarse con este tipo de bellezas. Camille Jean Nicolas Felgen, también conocido por los seudónimos Lee Montague y Heinz Helmer, pero en general simplemente como Camillo Felgen, es un maestro de la música luxemburguesa. Su vida, influenciada por la Segunda Guerra Mundial, provocó muchos virajes en el rumbo de su profesión: trabajó para los alemanes como traductor e hizo reportajes noticiosos para un periódico francófono.
Su gama musical oscila entre la balada y el rock. No pierde el tiempo y llega hasta las entrañas con ese barítono entrenado para hacer ópera. Su hermosa voz grave enamora hasta la más insensible de las personas.
Felgen, llegó a ser conocido a nivel internacional con su éxito "Bonjour les amies" ("Hola amigos") en 1951. Después de eso, su carrera siguió provocando caídas de mandíbulas: tan solo tres años después, da a conocer su primera canción en alemán "Onkel Toms lates Boot" ("El bote viejo del tío Tom"). Aunque esta tersa voz ya era conocida y querida, fue hasta 1960 que su carrera tuvo un giro significativo, representando su país en el Festival de la Canción Eurovisón, con la tonada "So laang we's du do bast" (Se traduce a algo parecido a "Mientras tú estés ahí"). Aun sin llegar siquiera a las eliminatorias, lo puso en boca y oído de muchos. Después volvió a concursar y quedó en tercer lugar al cantar una canción en francés titulada "Petit Bonhomme" ("Pequeño individuo").
La temática de sus canciones es tan rica como su voz. En la canción que reinterpretó en 1963 “Ich Hab' Ehrfurcht Vor Schneeweißen Haaren” —originalmente de Bibbejaan Schoepen— habla del respeto que se le debe de tener a los ancianos (la traducción del título es “Tengo respeto por el pelo blanco como la nieve”). El video retrata un mundo de múltiples colores donde las personas portan sombrillas y sombrero de copa, en el que no importa si se usa dentadura postiza: la camaradería es como el satín.
Su mayor éxito "Sag Warum?" ("Di, ¿por qué?") es tan perfectamente ejecutado que logra poner en mente una situación de máximo romanticismo: Un atractivo hombre rogando que se le explique por qué suceden las cosas de esa manera. Un sólo un puente de luz llegando desde el flanco derecho con un tono azulado, haciendo que sus punzantes facciones se delimiten para poder observar cada detalle de la nariz y la oreja. ¿Qué más se puede pedir?