Brazuquita, Dolor en el alma

Llegamos al recinto con la frente en alto. Con la confianza en los cielo y la cabeza en los Cuartos de Final. Junto con la Brazuquita, olvidamos aterrizar en ese juego. El Estadio Castelao casi lleno y la afición mexicana era mayoría, aunque no como las otras veces. Los colores de la afición holandesa iban emocionando pero no era nada fuera de lo común. Siempre son alegres e ingeniosos para sus disfraces. Aunque sabían que no era su mejor equipo, estaban confiados de ellos. Al final del día, su equipo es Holanda.

Los amantes del deporte comenzaron a llegar. Algunos tomados otros nerviosos, otros pensaban que iban a un partido más de domingo y a ver qué ocurría con ese juego tan atípico. La pelota rodó y el nervio estaba a tope. Teníamos el sueño en los cielos. Creíamos que iba a ser diferente. Nos gustaba como tomaba la pelota Héctor Herrera y como controlaban a Van Persie y a Robben. Teníamos la fe puesta en ellos. Los minutos transcurrieron y resultaba posible creer que lo lograríamos.

Era un momento complicado. No podíamos reflejar en el marcador lo que ocurría en la cancha. Pero cayó el gol de Giovani y la gente enardecía. Era un momento sublime de nuestra historia. Todo era posible. México estaba casi en la siguiente ronda. Pero faltaba partido por delante.

En lugar de proponer y terminar todo en el momento indicado, el "Piojo" fue precavido e hizo cambios indebidos. El equipo no aguanto y con dos jugadas en 5 minutos, otra vez, así es, una vez más estábamos fuera de la historia mundial. Nos eliminaron. Aún no podemos creerlo. Parece una pesadilla o algo por el estilo. La Brazuquita no volverá a ver jugar a México.

Pero aquí seguimos, confiados y de pie ante este equipo que demostró grandes cosas. Tenemos cansancio mental y un dolor en el pecho especial. El Mundial se acabó para México pero las potencias siguen y será un gran Mundial.

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Zigma Internacional 27 de junio de 2014