27/01/2012 Por Leonora Milán
Fotos por Beatríz Creel
El asunto tardó un poco en empezar; no sé si fue estrategia de los promotores para ver si chicle y pega se llenaba un poquito más el recinto. Una hora más tarde de lo marcado en el boleto, comenzó por fin... guapos y animosos, brincaron al escenario los 7 miembros recientes del colectivo canadiense. Que no les dé roña el uso del término “colectivo”; ellos fueron uno antes de que el término se popularizara.
Empezó, les decía. Y empezó bien; una intro baladosa, con la que también comienza su último álbum, “The Garden”. De ahí, se soltaron al reggae, ritmo predominante en la presentación, acompañado por otros como disco, hip hop, electropop y cuestiones tribales que, combinados, lograron que se armara una fiesta de lo más interesante. Que si me piden encasillar el evento dentro de una categoría, sería esa: fiesta, más que concierto, porque tal vez en ese aspecto dejaron un poquito a desear. Volveré a ello más adelante.
Como fiesta que fue, contó con visuales cuidados, desde extractos de Bambi hasta comics y escenas de películas ystills del viejo Hollywood, que acompañaban a otro aspecto visual de su show que terminó por resultar más importante: el de los mismos músicos. Les mencioné que eran guapos; me gustaría enfatizarlo aquí: al recopilar opiniones a lo largo de y al final del concierto, la frase más sonada fue: “con la vocalista me caso ahorita. Estoy enamorad@”. El otro comentario predominante que recopilé, volviendo a lo que mencioné anteriormente respecto a su calidad como concierto, fue el siguiente: “estuvo horrible. Chafísima. No tocaron nada”. Ahí les va la explicación. Las primeras tres canciones fueron de “The Garden”; la cuarta y quinta, un combo tribal, “Go Shoppin” y “More shoppin” de “Discosis”. La sexta, de “The Garden”. La séptima, de “Rosé”. ¿¿De qué se trata?? ¡Si todos estábamos ahí por “Glee”! Cuando por fin tocaron “Astounded”, uno de sus grandes éxitos, por ahí de la mitad del concierto, pensamos todos que la cosa iba para arriba; lo fue, en el sentido de que, insisto, fue un fiestón. Sin embargo, lo único que le dieron a los más clavados de la primera parte de su trayectoria fue una versión insufriblemente tranquila de “Rainshine”, la que sostengo es su mejor canción, llena de guitarrazos; “Drinkin in LA” de la cual nunca podrán zafarse, y una rendición incompleta y breve de “Love Cliché”. Entendiéndolo así, el evento apestó, peor que un queso francés sudado; sin embargo, los que nos relajamos y lo tomamos con filosofía, fuimos partícipes de un revenzote de hora y media en la que ocurrió lo que enlisto a continuación. Los músicos se cambiaban de ropa, el bajista hacía un movimiento perpetuo de cuello cual paloma caminando por el centro de Coyoacán, antifaces, máscaras, roles musicales que se intercambiaban, todos cantando, una percusionista musculosísima que bailaba performanceramente, momento de subir al publico al escenario a bailar un popurrí que incluyó versiones de “Sing it back”, de Moloko, y “I feel love” de Donna Summer creciendo todo hasta dar una sensacion medio de que uno estaba a medio rave en el Ajusco, y finalmente el mensaje político de “Occupy Mexico”. Si lo anterior no les pareció a los asistentes como una digna visita de los canandienses a la ciudad, pues qué aburridos. Yo me divertí, noventeramente, muchísimo.