Bob Marley y el alma rebelde de Jamaica
Por: David Ovando y Chuy González
Quizá no haya otro género musical contemporáneo que ayude a curar el racismo en el mundo como el reggae, música que ha logrado ser considerada como el latido del pueblo jamaiquino por su identidad y expresión nacional.
Tal vez por ello es que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró en 2018 al reggae como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su “aportación a la reflexión internacional sobre cuestiones como la injusticia, la resistencia, el amor y la condición humana”, según un comunicado de la organización.
Cada febrero se celebra “El Mes del Reggae”, días dedicados exclusivamente a la conmemoración del folklore de una pequeña isla que alcanzó enorme popularidad en todo el mundo. Este evento se utiliza como una plataforma para predicar la paz, el amor y la importancia del reggae no solo en las distintas comunidades de Kingston sino en varias partes del mundo.
Desde 2008, el gobierno jamaiquino declaró febrero como el mes dedicado a este género en coincidencia con el nacimiento de dos de los grandes exponentes del estilo como Dennis Brown (01) y Bob Marley (06).
Es precisamente Bob Marley el artista que más es recordado por haber ayudado a difundir la música de Jamaica y el movimiento rastafari en todo el mundo. Aunque es jamaiquino de nacimiento, su música traspasó fronteras por sus mensajes contra las injusticias, el racismo o la libertad.
“Mi vida es solo importante si puedo ayudar a muchos, si mi vida es para mi y mi seguridad entonces no la quiero. Mi vida es para la gente esa es mi filosofía”.
A 75 años de su nacimiento, Ibero90.9 se suma a las actividades que la Fundación Bob Marley ha confirmado que desarrollará bajo el lema “MARLEY 75: REDEMPTION”, en honor a una de sus últimas grabaciones antes de morir: “Redemption Song”, con un programa especial para recuperar el disco Soul Rebels, segundo álbum de estudio y que este 2020 cumple 50 años de haber sido producido.
La cuestión de las rebeliones de esclavos y la comparación con la situación de pobreza y marginalidad de la población afroamericana son el eje de varios temas de aquella etapa temprana enn las producciones de los Wailers de fines de los sesenta y los primeros setenta.
Sin embargo, la industria discográfica fue paulatinamente borrando ese tipo de registros para estandarizar al reggae como un género complaciente, incluso con la propia figura de un Bob Marley edulcorado como estandarte y con miles de cantantes que hoy canturrean un reggae sin compromiso social ni denuncia.
50 años de Soul Rebels
Joya producida por un lúcido hijo del Rey Salomón en 1970. Si tomamos en cuenta que Lee “Scratch” Perry arrastraba una gran reputación luego de producir, lo que muchos dicen, la primera canción con un ritmo y arreglos “Reggae”, en 1968 con “People Funny Boy” (canción dedicada a su antiguo jefe Joe Gibbs), para cuando llego el momento producir Souls Rebels fue una especie de graduación para con el nuevo ritmo. Lo que es mucho mejor, se nota la textura con la que produce Lee Perry en este nuevo mundo sonoro.
Aunque por momentos el disco mantiene dejos de una era diluia para el comienzo de los setenta, el ska. Canciones como “My Cup” mantiene una base juguetona y con un tempo similar al de los primeros discos de Skatalites, solo por mencionar algo. Esta placa mantiene una base de músicos que contribuyeron en el sonido peculiar comenzando por los hermanos Aston y Carlton Barret, Glen Adams, quizas el músico más reconocido de los upsetters, sin omitir a Peter Tosh con su prominente voz para “No Symphaty” y la gran “400 Years” y la voz añadida de Bunny Wailer.
Soul Rebels se encuentra instalado en el contexto del nacimiento del reggae, y sin duda es la puerta por la cual comenzó el devenir de un sonido similar con John Holt o incluso quienes seguían con la tendencia ska se añadieron a esta nueva corriente, casos como Desmond Dekker, Jimmy Cliff o Delroy Wilson. En realidad se trata de un bagaje que se mezcló con una evolución cultural importante desde las calles de Kingston a finales de los sesenta, hasta su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2018.