Por Regina Cuevas (@regicaves)
Para cualquier mortal, el producir textos a veces se vuelve algo tedioso y aburrido. El escribir algo sobre el crecimiento de las semillas de frijol y su reacción a la luz en una práctica de laboratorio de biología, no aporta más que datos duros que piden a gritos ser enriquecidos por algo más.
La adición de letras de las canciones de Bob Dylan en distintos artículos mantuvo entretenidos durante 17 años a los científicos suecos Jon Lundberg y Eddie Weitzberg, los cuales, en trabajos con títulos como Nitric Oxide and Inflammation: The Answer Is Blowing In the Wind, hacen referencia a las canciones más conocidas del cantante estadounidense.
Este par de amigos decidió realizar una apuesta en donde el que pudiera agregar más referencias al músico de folk a lo largo de los años en sus distintas publicaciones, le pagaría al otro una comida en un restaurante local. Otros colegas se han ido uniendo con títulos como Blood on the tracks: a simple twist of fate. Aunque el premio es algo irrelevante, los nerds quieren competir y si les es posible, alcanzar la victoria.
No es la primera vez que la ciencia y la música han tenido fusiones interesantes. Algunos ejemplos de este fenómeno son la portada del disco Dark Side of the Moon (1973, Harvest) de Pink Floyd, con un prisma refractando un haz de luz blanca; o el nombramiento de pequeños planetas como 4305 Clapton, 5892 Milesdavis o 2620 Santana, inspirados por músicos.
Incluso, el destino de un peculiar insecto, descubierto en 1981, se vio marcado porque su prominente posterior con tonos dorados se comparó con el de la cantante Beyoncé, logrando que creativos taxónomos australianos lo llamaran Scaptia Plinthina Beyonceae.
Para cualquier científico, el poder plasmar lo que ha descubierto o analizado debe pasar por el proceso de redactar algo que la comunidad académica lea y considere importante. Reportes, informes, protocolos e interpretación de resultados, sin duda, requieren de esfuerzo e ingenio que conlleva un desafío. Pero algo queda claro, de la música nadie se salva.