Música sin fecha de caducidad: ¡Billy Joel!

Música sin fecha de caducidad: ¡Billy Joel!

Foto vía IMER

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En enero de 1991, me encontraba en casa de mis padres hojeando el periódico cuando vi un anuncio que me dejó helado. “Billy Joel por primera vez en México, próximo 20 de marzo en el Palacio de los Deportes”. Mi silencio fue seguido por un grito, tomé el teléfono para avisarle a mis amigos, Victor y Chepe. “Nos vemos pasado mañana en Zorba, ahí los van a vender, ¡Aún no lo puedo creer!”, gritaba.

Zorba era una de las mas importantes tiendas de discos de aquellos tiempos, con sucursales en la Zona Rosa y Perisur. La segunda opción era la más cercana a nosotros.

Billy Joel era escuchado en nuestro país desde su tema “Piano man” del año de 1973, pero la canción que lo catapultó en el gusto de los mexicanos fue “It´s still rock and roll to me”, del disco Glass Houses, lanzado en 1979 (aún recuerdo a mis compañeras de secundaria lideradas por mi gran amiga Amalia quienes incluso montaron una tabla gimnástica con esa canción).

El día de la compra llegó. Había una fila de 30 personas aproximadamente y no tardé más de 40 minutos en adquirir mi boleto, Victor llegó a tiempo para comprar el suyo, y una vez con ticket en mano éramos los putos amos. El boleto era chistoso, de colores verde y blanco, era pequeño, apenas de 10.5 x 4 centímetros y con la propaganda de Pepsi-Cola. Debo confesar que se convirtió en mi mejor amigo durante los próximos tres meses.

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Dos años antes, Billy Joel había lanzado Storm Front, que incluía los éxitos “We didn´t start the fire”, y “I go to extremes”, piezas que alcanzaron los números 1 y 6 de las listas de popularidad respectivamente. La gira de esa producción dio inicio el dos de diciembre de 1989 y terminó el 11 de mayo de 1991, nuestro país fue el penúltimo del tour.

Como dice mi padre: “No hay plazo que no se cumpla” y el día esperado llegó. Victor pasó por mí y tomamos el Viaducto, congestionado como nunca lo había visto, pero eso no nos iba a detener.

Por fin llegamos al recinto con 40 minutos de anticipación y una vez dentro del gran Domo de Hierro, esperamos pacientemente. Las luces se apagaron, los corazones comenzaron a latir fuertemente y un grito ensordecedor recibió al ídolo.

El show comenzó con la canción que da título al disco y al tour, “Storm Front”, la verdad nunca fue mi favorita, pero ¡Qué diablos! No me importó ya que todos estábamos en shock. La segunda rola, “Allentown” nos hizo gritar de emoción y seguida de “Movin´Out (Anthony´s Song)” el éxtasis llegó. Volvimos a nuestros asientos con un sentimiento colectivo de paz y armonía generada por “Honesty”, las lágrimas daban fe del momento. Un cover inesperado, “La Bamba” volvió a prender a la gente y puedo decir que esta versión agradó a todo el público. “Downeaster Alexa” y “Goodnight Saigon” nos invitaron a recobrar energías mientras que algunos aprovechaban para hacer la obligada “escala técnica”.

Las siguientes interpretaciones “I go to extremes”, “Pressure”, “My life”, “An innocent man”, nos hicieron recordar que estábamos ante una leyenda del rock y nos negábamos a aceptar que ya nos encontrábamos en la segunda mitad del show. Llegó el turno de “Uptown girl” y aunque no pudimos ubicar a la modelo Christie Brinkley —su esposa en aquellos días e inspiración de varias de sus canciones— sabíamos que ella se encontraba en el lugar, ya que siempre lo acompañaba en sus presentaciones.

“We didn´t start the fire”, “It´s still rock and roll to me”, “You may be right” y “Only the good die young” nos obligaron a despedirnos de nuestras butacas. “A matter of trust” nos decía que el fin estaba cerca y “Big shot” lo corroboraría.

Finalmente y como era de esperarse llegó “Piano man”, confieso que mi emoción ya no era tanta porque sabía que con esto, Billy Joel se despediría.

“¡Gracias!” y la noche llegó a su fin.

28 años después recuerdo el concierto con gran cariño y, aunque ha habido muchos cambios en la organización de los eventos, puedo asegurar que esa noche fue perfecta. No cabe duda que el catálogo de Billy Joel no tiene fecha de caducidad y rompe brechas generacionales. Ampliamente recomendable, tengas la edad que tengas.

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