Por Georgia Alcaide Fotos por Rafael Ramirez
La voz de un robot invocó una reunión de bocinas insaciables: “¡Azari!”. El Plaza Condesa recibió, en el sexto aniversario de Sicario, a los canadienses poco después de las 10:30 pm para dar un show de una hora y continuar con el DJ Set de Dinamo Azari.
Dos chicos canadienses frente a dos computadoras, dos micrófonos y dos consolas; por definición, el acto en vivo de un grupo de música de sintetizadores no promete ser el show del año, y efectivamente, no lo fue. Los dos vocalistas podrían haber llenado ese espacio faltante que hace que termines de espaldas al escenario en una plática semi-interesante con alguien y medio moviendo la cabeza. Pero tampoco fue así, el vocalista principal jamás apareció. Fritz Helder, el otro vocalista, hizo una entrada inicial con un casco futurista, para después hacer desapariciones continuas sin razón aparente.
Después de un par de canciones con los Dj's se quedaron solos en el escenario y se escuchó: “¡es esa, es esa!”. De pronto comenzó a sonar la base que distingue “Manic” y se soltó junto a la voz del vocalista que apareció de pronto para cumplir con los coros repetitivos y acercarse al público, que no se arremolinó como se esperaría cuando el cantante extiende la mano para rozar los dedos de algún afortunado.
Las palmadas y pasos ochenteros que adornaban el escenario tardaron un poco en animar por completo; el dueño del micrófono se mezcló entre el público y volvió al escenario. Los beats infinitos que apenas distinguen una canción de otra, se escuchaban perfectamente, y hacían dueto con los sonidos perceptibles en el retumbe del suelo.
A las 11:30 pm, los integrantes de Azari & III salieron en una lenta caminata, y las luces y flashazos provenientes del escenario se desvanecieron. Entró una mesa pequeña que se convirtió en el nuevo centro de atención por unos minutos antes de iniciar el Dj Set. Se venía el fin de la noche y el acompañamiento mutuo entre música y espectador no sucedió: la música acompañó a la música y la fiesta acompañó la fiesta.