Todo nace de las memorias de infancia de la directora María José Cuevas, quien recuerda haber visto a Lyn May en el Teatro Blanquita en todo su esplendor. Hace tres o cuatro décadas, el espectáculo de cabaret era parte de la vida nocturna de México y sus estrellas, las vedettes, cautivaron al público con su porte y exotismo. Eran unas artistas completas.
Después de un largo proceso de filmación, Bellas de noche se estrena en la décimo primer edición de la Gira Documental Ambulante, en el cual se retrata con total respeto y amor la vida de cinco mujeres que para la directora pasaron de ser personajes familiares a cómplices y amigas.
“Ahorita tengo cinco mamás que me cuidan” declaró Cuevas, durante la función de prensa.
Olga Breeskin, Wanda Seux, Princesa Yamal, Rossy Mendoza y Lyn May, protagonistas de este documental, las cuales durante años han sido tratadas por la prensa con un enfoque amarillista. Sin embargo, María José hizo hincapié en su lado humano, testigos de la cotidianidad de estas divas después de haber estado en la cima.
“Todos hemos caído, todos vamos a perder la juventud, todos vamos a tener un mejor momento que otro. Así es la vida” comentó. Acepta que hay una realidad que no puede maquillar.
El primer acercamiento de la realizadora se dio con la Princesa Yamal, junto al mágico sentimiento de conocer a alguien de otra vida. Esta química la llevó a presenciar un show privado (algo que la Princesa tenía 30 años sin hacer) y al aparecer con su traje despampanante, Cuevas pensó en buscar a otras vedettes y proponerles este documental. Fue difícil convencerlas, sobre todo a Olga, pero cuando Breeskin entendió que ellas tendrían la libertad de mostrar el lado que quisieran, todo resultó muy orgánico.
Cada estrella es un personaje, con un amplio abanico de emociones. En Bellas de noche se plasmó su fuerza, pero en esta montaña rusa también se buscó mostrar su sentido del humor.
“Con las vedettes hay una línea muy frágil entre la interpretación y la realidad. Pero así son en la vida real” asegura María José. La mayor enseñanza que le dejó este proceso fue aprender a no juzgar.
Esto aplica a la perfección con el espectador, pues durante 90 minutos comienzas a conocer a estas señoras desde su lado humano, empatizas y dejas a un lado los prejuicios. “Pareciera que no tienes derecho a envejecer” dice horrorizada la directora. Ellas han sido castigadas pues ya no son lo que eran, pero justo este documental quiere situarlas en el presente. Es importante mirar atrás, pero no es lo primordial aquí.
Yamal, Rossy, Olga, Lyn y Wanda cuentan con dignidad sus historias, con la energía y chispa que las caracteriza, siempre conscientes de lo que estaban mostrando frente a las cámaras. Te hacen reír y aún en los peores momentos te enseñan cómo se reinventaron. En Bellas de noche “Lo fuerte también se hizo hermoso” afirma la realizadora, quien también se enfrentó al mundo de los archivos y aunque no quiso enfocarse en la parte histórica, sí nos da un buen contexto de los años dorados de estas divas.
La vanidad es la vanidad. Este documental, cuyo nombre es un guiño a la primera película considerada “cine de ficheras” y a Belle de Jour (Buñuel, 1967), nos demuestra que sin importar el paso de los años, estas mujeres se sienten fabulosas y son bellas en todo momento.