Ver 'Cinema Paradiso' por primera vez
Recién iniciando esta semana, el lunes 6 de julio del 2020, el mundo del cine y la música despertaron con la lamentable pérdida de uno de los maestros de la composición. El grandísimo Ennio Morricone falleció en Roma a sus 91 años, reconocido en todas las latitudes y esferas como uno de los compositores más prolíficos y versátiles del siglo XX. Dentro de su inmenso repertorio de más de 500 bandas sonoras, sin duda destaca con particular esplendor y emotividad su trabajo para la cinta de Giuseppe Tornatore de 1988, Nuovo Cinema Paradiso (en italiano). La historia sobre un niño y su amor por el cine, y la estrecha amistad que forja en su infancia con el proyeccionista de un pequeño teatro en su pueblo, junto con la música conmovedora y romántica de Morricone, son un ente fílmico mismo, imposible de separar.
¿Sobre qué trata Cinema Paradiso? Algunos podrán verla como una historia de amor, o sobre una gran amistad; quizá sobre un niño y su descubrimiento por el amor a las películas, o acerca de esas decisiones decisivas en nuestra vida que son difíciles y conllevan grandes cambios. Cinema Paradiso es todo eso, pero por encima de todo, es una película sobre la nostalgia. Creo que eso nos caracteriza a los amantes del cine, ser amantes de la nostalgia, de ver al pasado y querer saber las historias del que este está hecho, o imaginar un futuro acompañado de una hermosa cinematografía y una coordinada banda sonora. Cinema Paradiso es una oda al cine que puede llegar a todos sin importar cuánto sepamos de cine, porque habla de ese sentimiento universal que nace de ver una película que experimentamos como propia. Estas razones hacen de la película de Tornatore un clásico entre los clásicos del cine universal.
Cinema Paradiso narra la historia de Salvatore Di Vita, mejor conocido como Toto, un famoso director italiano. La película empieza en su pueblo natal Gincaldo, Sicilia. Toto es un niño travieso y muy astuto, amante del cine. En sus tiempos libres, además de sus tareas ayudando en la iglesia, lo vemos en el cine junto a sus amigos, irritando a Alfredo, el proyeccionista de la sala de cine del pueblo “Cinema Paradiso”; o recolectando recortes de cintas de las escenas censuradas por el pastor de la iglesia, principalmente relacionadas con romance o violencia. En una escena que destaca en la película, vemos a Toto iluminando los recortes con una lámpara, jugando a crear escenas con los pedazos que puede ver. Esto nos hace preguntarnos ¿por qué vemos cine? Más allá de la historia que es presentada y narrada, el cine nos permite crear nuevos mundos y como un niño, jugar con nuestra imaginación para hacerlo sin fronteras.
A pesar de la molestia de su madre por su obsesión con el cine, Salvatore logra ingeniárselas para convencer a Alfredo de transmitirle sus conocimientos sobre proyección y utilizar las rudimentarias máquinas del momento. De esto nace una gran amistad, quizá dentro de las más representativas del cine, entre Toto y Alfredo. Además de compartir el amor por el séptimo arte, Alfredo es una figura paternal para Toto, quien como muchos otros niños, crecen sin una figura paterna, al ser los hombres enviados a combatir en la Segunda Guerra Mundial. La relación entre el niño y el proyeccionista es una relación pura, de complicidad, de compañía. Durante una proyección donde Toto ayuda en la tarea, el aforo es tan grande que la gente del pueblo se desespera, generando un motín porque no pueden entrar a la sala. Alfredo entonces proyecta la película en la plaza del centro para todos, pero en un momento donde él baja la guardia, la cinta se prende en llamas, volviendo cenizas el Cinema Paradiso. Toto logra sacar a Alfredo, y aunque este sobrevive, queda ciego por las quemaduras ocasionadas. Alfredo y Salvatore, además de retratar una relación tan pura como lo puede llegar a ser una amistad, nos hablan del poder del cine para unir a la gente. Por sus historias y su música, el cine es un lenguaje universal del que muchos podemos dar fe nos ha traído cerca a otras personas que lo comparten.
En su adolescencia Salvatore hace las veces del proyeccionista en el ahora reconstruido Nuovo Cinema Paradiso, al lado de su mentor y amigo. Durante estos años, Toto conoce el amor, en forma de una joven llamada Elena, donde ocurre un romance como solo es posible vivir en el primer amor. De aquí unas de las grandes obras de Morricone que incluso aquellos que no han visto la película, podrán reconocer. Dos temas que compuso junto a su hijo Andrea definen este sentimiento de enamoramiento juvenil: “Tema d’Amore” y “Per Elena”. Separados por la familia de Elena y las obligaciones del servicio militar para Salvatore, transitamos los últimos días de este amor. A su regreso, Alfredo, quien toda la vida impulsó a Toto a irse del pueblo y perseguir sueños más allá de ser un proyeccionista, le pone un ultimátum de irse y nunca regresar. Toto cumple sus deseos.
Años después, Salvatore regresa, ahora adulto y como reconocido cineasta. ¿El motivo? La muerte de Alfredo. Recorre las calles de Gincaldo, lleno de nostalgia por su infancia y las memorias de su primer y gran amor, mientras deambula por los lugares donde conoció el cine, marcando para siempre su destino. Camina por el Nouvo Cinema Paradiso, que resurge una tercera vez, como fénix, de los escombros. En la última escena, Toto, atrapado en el cuerpo de un adulto, se sienta con la misma maravilla y gozo de su infancia a ver la proyección de una cinta, el último regalo de Alfredo, su amigo, su mentor. Todas las escenas de amor que algún día fueron censuradas ahora aparecen unidas, frente a sus ojos, como una película.
Cinema Paradiso también atestigua la evolución del cine: el cambio en la maquinaria, las salas, incluso lo que era moralmente permitido mostrar en pantalla en ciertas épocas. Es un documento de ficción que también sirve de recuento histórico sutil de la forma en la que el cine se ha transformado. Como muchas expresiones culturales, el cine cambia con la humanidad a través del paso del tiempo y conocer su historia nos permite hacer una arqueología de las formas en que pensamos y percibimos, lo que creíamos y ahora creemos que es bueno, malo, entretenido y apasionante. Pero no solo nuestra historia como humanidad está plasmada en el cine, también nuestras aspiraciones, nuestros deseos de crear algo diferente y mostrarnos siempre inconformes. También, es la historia del deseo humano.
El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss creía que había algo que nos unía a todos los seres humanos, algún tipo de esencia universal, independiente de nuestras diferencias socioculturales. Cinema Paradiso es una película que trasmite un sentimiento parecido a lo que él describía: la universalidad del cine, y, diría yo, le da la razón.
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