Por Cristopher Echenique (@Echenique_Mx)
Se cumplieron cuatro años de aquel primero de diciembre de 2012, cuando Enrique Peña Nieto recibió entre abucheos y aplausos, la banda presidencial de manos de Felipe Calderón Hinojosa en San Lázaro.
Actualmente, Peña inicia el quinto año de una administración manchada por una serie de eventos que hoy lo tienen con un índice de aprobación de tan solo el veintitrés por ciento (el más bajo desde que asumiera el cargo), mientras que el setenta y cuatro por ciento de los encuestados dicen que desaprueban su gestión. Los sucesos que han marcado su sexenio: Ayotzinapa, ‘la Casa Blanca’, Tlatlaya, la fuga de ‘el Chapo’, las reformas fallidas, la invitación de Trump a México… y lo que falta.
El presidente celebra el inicio de su quinto año de gobierno y glorifica las ‘cosas buenas que casi no se cuentan pero cuentan mucho’ de sus primeros cuatro años en Los Pinos. Pero sólo el presidente Peña y su gabinete están tranquilos. El país, en cambio, atraviesa una crisis. Los mercados y los inversionistas están en la completa incertidumbre. Los empresarios no arriesgarán su dinero mientras no vean las nuevas reglas del juego.
Todo esto ocurre además en un contexto de creciente violencia e inseguridad, corrupción sin precedentes en los gobiernos estatales, principalmente en las administraciones salientes de Sonora, Quintana Roo, Chihuahua y Veracruz (priistas las tres últimas). Así como un escenario de gran incertidumbre en la economía y geopolítica global y de profundo declive en la autoridad de la figura presidencial y violaciones sistemáticas a los derechos humanos. El país experimenta una grave pasividad que puede pasar de una emergencia temporal a una verdadera tragedia si el gobierno sigue sin actuar.
| La pérdida de poder del presidente.
Muy lejos han quedado esos tiempos en que se hacía lo que el presidente decía. Los mismos legisladores del tricolor le dieron la espalda a las iniciativas del presidente para elevar a 28 gramos la dosis de mariguana que se puede portar legalmente en el país y la del matrimonio igualitario.
Peña inicia el quinto y penúltimo año de su mandato, que tiende a ser cuando el presidente empieza a perder poder (si es que aún le queda algo) con una incapacidad de hacerle frente a los poderes fácticos regionales (la iglesia, el narco, la CNTE) y de garantizar el estado de derecho.
Los analistas políticos señalan que en los dos años que le restan a esta administración, no se podrá hacer nada importante. Veremos a un gobierno pasivo y sin margen de maniobra, lo que nos conduce a una etapa de estancamiento total y muy cercana a la recesión. Esto en gran parte, por la fragmentación que existe entre los diferentes partidos políticos e incluso dentro de los mismos de cara a los comicios del dos mil dieciocho.
Para los especialistas en materia económica, México no solo no está bien, sino que está al borde del precipicio. No sólo porque anticipan una inflación más alta a la esperada, tasas de interés al alza, sino porque la llegada de Trump a la Casa Blanca disparará la volatilidad del tipo de cambio y se irán en picada los flujos de capital en inversión extranjera.
Los primeros datos de esa posibilidad los dieron apenas el viernes pasado los especialistas que consulta el Banco de México para conocer sus expectativas.
Los treinta y cinco grupos de análisis macroeconómico y consultoría, nacionales y extranjeros, que participan en la encuesta del Banxico, esperan un deterioro sustancial de la economía nacional para el dos mil diecisiete. Ahora estiman que el PIB crecerá 1.72% cuando mucho. Siendo que en la encuesta anterior (octubre de 2016) pronosticaban un 2.26% de crecimiento económico. Muy lejos de la primera que hicieron para el PIB de 2017 (en noviembre de 2014) cuando plantearon un crecimiento de 4.18%.