Desde Canadá hasta Islandia el cine tiene la cualidad de lo mismo retratar de manera dura una realidad abrumadora que de crear mundos nuevos nacidos de la imaginación.Así, lo mejor de la tercera jornada por acá tiene que ver con las historias de Ari, un adolescente que tiene que dejar Reykiavik y su coro de iglesia para irse a vivir a un pueblo de pescadores con su padre y la de Jeanette, una cuarentona que necesita un transplante de corazón el alguna población no determinada de la norteamérica francófona. Dos soledades que, a fuerza de intentar acercarse al calor y la luz como lo hacen los insectos con los focos en la noche, terminarán por quemarse o encontrar definitivamente una salida. Mujeres embarazadas nadando en trajes de baño rojos con lunares blancos. Fiestas secretas en glaciares alejados de la mano de Dios. Hermanos que se enamoran sin saber de su parentesco. La iniciación sexual sin romanticismo ni corrección política. Todo cabe en sendos títulos que sorprenden y fascinan, que impartan y conmueven. Los títulos de las cintas, "Sparrows" de Runar Runarson y "Sabalí" de Ryan McKena, son dos joyas más de este año en Tesalónica. De esto y más les sigo contando mañana. Un abrazo El More