A 50 años de The Dark Side Of The Moon: Una visita guiada por el lado obscuro de la luna
El arte es abstracto, complicado y subjetivo. Describir una obra tan surreal, conceptual, y por supuesto sumamente conocida, parece casi una tarea imposible. The Dark Side Of The Moon –considerado uno de los mejores discos de la historia– cumple 50 años de su lanzamiento, en Estados Unidos el 1 de marzo de 1973 y el 24 del mismo mes en Gran Bretaña. La mayoría de la gente lo ha escuchado al menos una vez, conoce al menos una de sus canciones o simplemente ha visto la famosa portada, ya sea en imagen, pintura o tatuaje. Otras cuantas personas, lo conocen de memoria: lo viven, lo respiran, lo sueñan, e incluso ha marcado su vida, ¿pero en verdad lo han escuchado? Un álbum lleno de easter eggs, rarezas, mitos urbanos y demás curiosidades que pocos conocen. Entender The Dark Side Of The Moon no viene implícito con simplemente oírlo. Aquí te guiaremos por el contexto para poder apreciarlo mejor.
The Dark Side Of The Moon de Pink Floyd es un álbum conceptual, octavo álbum de la banda y pionero por tantas razones. A simple vista, se podría pensar que el álbum supone temas tan obvios como el espacio y sus astros; la luna y el espectro al que no llega el sol; o los viajes psicodélicos a los que sus canciones de larga duración tenían acostumbrados a sus seguidores. Pero no. The Dark Side Of The Moon trata de un tema tan simple y a la vez tan complejo: los procesos humanos y las emociones, sobretodo el miedo; el espectro del ser humano que no resalta por su obviedad. La música como la representación espacial de las emociones.
Pink Floyd atravesaba un momento sumamente difícil: habían perdido a uno de sus miembros y motor creativo principal ante la locura. Literalmente, Syd Barrett se volvió loco; ante esto, la banda lo sustituyó por David Gilmour, fungiendo como líder, vocalista y guitarrista de la banda. Roger Waters, bajista, alguna vez aclaró que este disco funcionó tan bien debido a que todos tenían una meta en común: volverse ricos y famosos.
La banda ya había interpretado el disco pero sólo en presentaciones en vivo. Faltaba materializarlo y lograr plasmar todas las sensaciones en algo que quedaría estampado por siempre. Ensayaron e improvisaron en un garage perteneciente a The Rolling Stones, y después de horas de visión creativa, elegían sólo minutos para usarse en el disco.
A modo de apertura y fragmentando el álbum completo: “Speak to Me”, un latido de corazón precediendo a relojes, monedas y una caja registradora. Muy al fondo dos voces mencionando la locura y una risa amplificándola. Una mujer grita a modo de canto tenso hasta poder relajar con precisión en el primer acorde de “Breathe”, el miedo presente desde la primera frase lírica de la canción: el miedo a crecer, el miedo a quedarse solo.
Richard Wright –tecladista de la banda– mientras trabajaba con la armonía de la canción, simplemente no quería caer en clichés y resolver acordes como todos lo hacían, así que recordó un acorde que lo tenía obsesionado: un fragmento extraído de Miles Davis y su inolvidable álbum Kind of Blue, así que lo usó para dar otra sensación que de otra manera hubiera sonado simple.
The Dark Side Of The Moon fue grabado en el famoso estudio Abbey Road. La producción estuvo a cargo de la banda misma. El ingeniero de sonido fue Alan Parsons –sí, el autor de “Eye in The Sky”– quien también hizo la mezcla cuadrafónica final del disco. Cabe resaltar que eran tiempos muy diferentes a los de ahora: no tenían tanta tecnología en los estudios, el número de pistas para grabar estaba limitado y si se pasaban de eso, había que recurrir a procesos y casi malabares para que lograran el resultado deseado. Lo cual pasa durante todo el álbum.
En el caso específico de “On The Run” innovaron al crear espacios sonoros y sensaciones con distintos sintetizadores. Uno de ellos tocando 4 notas, que al acelerarse y procesarse creó el tinte principal de la canción. Roger jura que era la primera vez que había escuchado una secuencia. Exploraban tantos sonidos nuevos y técnicas que incluso la misma mezcla del disco se volvió una interpretación. No existían los softwares actuales que te permiten programar efectos y paneos, todo tenía que ser manual. Así que para la mezcla de esta canción se necesitó que todos los involucrados pusieran sus manos en la consola y la manipularan conforme grababan en la cinta. Al ser una canción meramente instrumental, vale la pena prestar particular atención a partir de este punto: visualizar los sonidos, su procedencia y arribo a los oídos; pasos de un roadie recorriendo el espacio, el sintetizador transformándose y moviéndose de un lado a otro en el campo sonoro, el coro de cuatro mujeres y las risas repentinas que aterrizan en un final explosivo, literalmente.
Hay que viajar un poco en el tiempo y situarse en 1973: relojes perfectamente acomodados y cintas recorriendo de lado a lado un cuarto. ¿La razón? Lograr perfecta sincronía. Al no contar con una tecnología que acomodara los sonidos al tiempo adecuado, se tenían que alargar o acortar la cintas con grabaciones para que “cayeran” a tiempo, al igual que una mano guía que, como director de orquesta, marcaba el momento preciso para tocar cada uno de los relojes. Así fue hecha “Time”, la canción que evoca el miedo al paso del tiempo. Las personas se la pasan “preparándose para la vida”, pero no se dan cuenta que la vida es aquí y ahora. No es ningún ensayo; no necesitas prepararte para algo que ya está sucediendo. Eso es lo que quería dejar en claro la banda. Al ser unas estrellas de rock bastante jóvenes, les costó mucho darse cuenta de que el momento que tanto anhelaban, ya lo estaban viviendo. No importa si el tiempo apremia o perdona, éste sigue corriendo.
¿Cómo escuchar “The Great Gig in The Sky” sin sentir cada nervio del cuerpo? Es simplemente imposible. Una canción que eriza la piel con cada nota; una oda a la muerte que irónicamente nos hace sentir vivos. Pink Floyd quería seguir rellenando los espacios del disco y Richard ideó los acordes iniciales del piano. Pero algo faltaba: el perfecto e increíble solo de voz a cargo de Clare Torry, una cantante de sesión muy frecuente en Abbey Road.
Clare fue llamada por el estudio para ir a grabar; ella postergaba ir, conocía a la banda, pero no se consideraba fan. Además, ella pensaba que sólo iría a hacer coros; nunca se imaginó la magnitud de su interpretación. Nadie lo hizo.
Finalmente Clare fue, conoció a la banda, platicó con ellos y cuestionó sobre lo que querían para la canción. Para su sorpresa, ni siquiera ellos sabían con exactitud qué querían, sólo sabían que la canción trataba el tema de la muerte. Querían improvisación y que no tuviera letra; David fue quien realmente la guió. Así que ella entró a grabar y cantó de una forma desgarradora y sumamente imponente. Las notas son tan potentes que siguen resonando hasta nuestros tiempos. Ella decidió pretender ser un instrumento y no pensar en su voz como una línea melódica. Salió del estudio después de tres tomas e inmediatamente se disculpó. Ella pensaba que lo había hecho mal, que no había interpretado correctamente los deseos de la banda y que esas grabaciones nunca verían la luz.
No lo intentó más, se retiró y un par de meses después, mientras ella caminaba a casa, vio en el aparador de una tienda de discos la hermosa portada del mísmo, le dio curiosidad y entró. Habló con el vendedor y le pidió que le enseñara una copia. Al ver el interior, se dio cuenta de que la canción traía impreso su crédito y decidió comprarlo en ese instante. Clare, muchos años después, se refiere a esto como un accidente feliz: un momento en la vida en el que no sabes si Dios te está sonriendo o el Diablo te está tentando. Esta canción se volvió un modelo a seguir y una inspiración obligada para cualquier cantante.
“Money” puede que sea la canción más conocida de este disco. Fue elegida como sencillo y llegó a millones de oídos debido a su efervescente dinámica. Lo curioso de la situación es que no tiene una métrica común o fácil. La mayoría de las canciones “pop” están hechas en una métrica de 4/4. Es lo más común y a lo que inconscientemente estamos acostumbrados. Pero ésta canción está hecha en ⅞ (comúnmente usado en el blues), una métrica poco convencional –al menos en el rock– pero que le da el movimiento sensorial adecuado.
La canción empieza con siete fragmentos de sonidos (monedas y cajas registradoras) que Roger grabó en su casa junto a su esposa. Éstos rebotan de lado a lado y marcan los primeros beats; son siete justamente para coordinarse a la perfección con la métrica ya antes explicada. Las estrofas van evolucionando en ese tiempo, manteniendo una estabilidad frecuente, incluso entra un alucinante solo de sax interpretado por Dick Parry, con quien David había trabajado en otro proyecto. Nick Mason –baterista de la banda– remata y marca un compás, y a modo de puente, cambia la métrica al usual 4/4 y da paso a uno de los mejores solos de guitarra en la historia. David Gilmour pensó que la decisión del repentino cambio de métrica, fue tomada para hacerle la vida más fácil al momento de componer el solo, que no tuviera en mente la métrica extraña y que eso de alguna manera fuera a afectar la interpretación. Después de esto, la canción vuelve al inusual ⅞ y así se mantiene hasta que concluye. “Money” trata el tema de la fama y el dinero, de forma lírica y emocional. La banda lo empezaba a vivir en carne propia; era un nicho intimidante y nuevo al que no se habían enfrentado.
Escucha el especial este 1 de marzo de 9 a 12 horas por Ibero 90.9:
Uno de los experimentos que realizaron durante la creación del disco fue una serie de entrevistas hechas en Abbey Road. Entrevistas enfocadas al staff y diversas personalidades que pasaban por el estudio. Las preguntas variaban en complejidad, desde “¿qué comiste hoy?, hasta “¿cuando fue la última vez que fuiste violento?”. Los fragmentos de las respuestas obtenidas se usaron en varios momentos durante el disco, éstas se pueden identificar muy bien en el final de “Money”.
Una situación curiosa acerca de las entrevistas es, que de hecho se entrevistó a Paul McCartney y a su entonces esposa Linda McCartney, pero sus respuestas no fueron utilizadas, ya que Pink Floyd sintió que ellos trataban de ser graciosos y ocurrentes, mientras que eso era justo lo que no querían. Querían respuestas serias y provenientes de lo más profundo del sentimiento humano. Pero eso no impidió que The Beatles tuviera una aparición en el disco, aunque accidental, pero eso lo mencionaremos más adelante.
¿Alguna vez han observado realmente a las personas? Pensar más allá de nuestro universo personal no es algo frecuente: la gente con la que te encuentras camino al trabajo, esa persona que está frente a ti en la fila del cajero, la persona que va manejando en el coche de a lado o ese alguien que te vendió el café de la mañana. Todos, absolutamente todos, tenemos historias. Aunque sean personajes esporádicos en tu vida, ellos son los principales en la suya; todos hemos llorado, nos hemos enamorado, hemos perdido seres queridos, todos tenemos sueños e ilusiones, todos tenemos familia y todos somos individuos igual de valiosos. Justamente es el tema que toca “Us and Them”: la humanidad en su máxima expresión.
La canción fue originalmente compuesta para el soundtrack de la película Zabriskie Point de Michelangelo Antonioni, pero que rechazó por considerarla demasiado triste. En cuanto a sonoridad, la banda quería dejar espacios vacíos con la voz, la idea original es que se notara mucho el silencio entre los fragmentos cantados, pero decidieron que era mejor “rellenar” esos silencios con eco: sumamente presente y representando la repetición de la humanidad. No somos nada sin los demás. El coro de cuatro mujeres alimentando esa idea, Rick y David cantando armonías que crean un unísono hermoso debido a la similitud de sus voces, y dos solos de saxofón engalanando y conservando el tono melancólico.
El final de la canción embona perfectamente con la introducción de “Any Colour You Like”, pieza meramente instrumental que, aunque no está comprobado, dicen que trata del miedo a tomar decisiones. También se le considera la secuela de “Breathe”, por su similitud armónica. Es la pieza que más hace alusión a la portada del disco y lo fácil que fue elegirla. Se reunieron con los creativos quienes les presentaron varias ideas y en unanimidad eligieron rápidamente la que se convirtió en la portada más representativa del rock. Al inicio, el prisma o pirámide principal era de un gris opaco, casi simulando un espejo, pero evolucionó al prisma transparente que todos conocemos. El triángulo refiriendo a la avaricia y el poder. Dentro de él, rayos de luz refractados haciendo alusión a las luces en el escenario, fusionado con un arcoíris psicodélico; esta gama de colores rodea por completo el empaque en su versión LP, y sólo es interrumpido con la representación gráfica del latido de corazón que frecuenta auditivamente el disco.
“Brain Damage” o antes llamada “Lunatic”, es la canción más referente a su ex integrante Syd Barrett y la locura que padecía. Partes de la letra como “And if the band you're in starts playing different tunes”, son un claro ejemplo. Les sucedió un par de veces que Syd, a mitad del concierto, empezaba a tocar una canción completamente diferente. Esos fueron los primeros indicios de su locura. Si se presta atención, se pueden distinguir campanas muy sutiles en el fondo, dándole un poco de brillantez a toda la oscuridad.
También es la canción en la que más se utilizaron los audios de las entrevistas que hicieron, incluídas risas pertenecientes a Peter Watts, el road manager de la banda. “I'll see you on the dark side of the moon” con esa frase termina de forma fulminante y nos habla de que la locura sólo es una realidad alterna, que ésta está siempre presente pero invisible, y en algún momento en nuestras vidas podríamos caer en ella, si no es que ya lo hemos hecho por instantes.
El final precede inmediatamente a “Eclipse”, en una continuidad perfecta, y nos trae el final ideal para el disco: la canción de las emociones. Esta canción defiende la noción de que cada quien responde a su nivel emocional. Las emociones no son plásticas, son longevas y eternas, pero que no le quitan potencial de que sean oscuras. Debemos ser capaces de vernos como individuos iguales y reflejados como lo hizo Pink Floyd para hacer su obra maestra. El final es el principio: se escucha el latido con el que empieza el disco; se podría escuchar en un loop eterno, y esa es la intención. Este disco no está hecho para escucharse saltado, se tiene que escuchar desde el primer segundo y no detenerlo hasta el final.
Cuando terminaron, se sentaron a escucharlo de inicio a fin en el control room #3 de Abbey Road. Cuentan que fue una experiencia mágica. En el cuarto estaba presente la cinta master, tenía parches blancos por la edición y al momento de reproducirla parecían flashes y luces. Fue una especie de serendipia que determinó que habían logrado algo grandioso.
Un álbum de este nivel crea sus propias historias en los oyentes. Ha inspirado miles de covers, ha influenciado a varias generaciones y hay personas que lo han estudiado a tal punto que descubren cosas nuevas en él. Otros, crean leyendas urbanas y rumores que por un momento parecieran tener sentido.
En cuanto a los descubrimientos, hay uno en especial en la remasterización del 2003 que cuenta cómo se escucha un fragmento de “Ticket to Ride” de The Beatles al final, cuando sólo queda el latido. Tan inmersos son, que descubrieron que es la versión de 1965 del disco Help! de The George Martin Orchestra. Se escucha muy, muy al fondo, tanto que hay que subir el volúmen al máximo nivel y aún así se escucha levemente. Para la remasterización se usaron las cintas originales y como antes se reciclaban las cintas para las grabaciones, algunos piensan que esa cinta en específico quedó con estragos de esa canción, otros piensan que en una de las entrevistas la estaban escuchando a lo lejos, y otros sólo dicen que la banda la insertó deliberadamente.
En cuanto a mitos urbanos, hay varios. Tal vez el más famoso dice que si reproduces la película The Wizard of Oz y pones play al disco en el tercer rugido del león, todo coincide casi a la perfección. Un mito interesante, negado constantemente por la banda, pero aún así es entretenido. Incluso tiene nombre, lo llaman: “The Dark Side of The Rainbow o The Dark Side of Oz”. Aunque sea mentira, “The Great Gig in the Sky” a la par con la película crea un efecto bastante inquietante, al igual que la mirada de Dorothy siguiendo los paneos de los sonidos en “On The Run”. Otro mito dice que hay una copia del LP que fue lanzado al espacio y justo en este momento está orbitando el universo, pero no se ha encontrado información clara al respecto.
Hemos llegado al final de esta visita guiada, aunque larga, aún nos parece un poco incompleta para hablar de un disco tan complejo. Hemos brindado datos e información que puede dar nuevos oídos para este álbum. Sólo hay que recordar que se tiene que escuchar con la mente abierta y los ojos cerrados; que no hay un lado oscuro de la luna, si no que toda es oscura. Ponte los audífonos, apaga la luz y realmente escucha The Dark Side of The Moon.