Pocos momentos más hospitalarios para la lectura que los veranos. Ya sea durante las vacaciones o durante fines de semana, esta época del año es ideal para entregarse a las lecturas profundas y estimulantes, aquellas que no siempre se pueden completar en meses más exigentes. También los hay quienes prefieren usar el verano para emprender lecturas que privilegian lo ameno. Como siempre alegó Jorge Ibargüengoitia, ningún gran libro se hizo famoso por ser aburrido y, en ese aspecto ,ninguna de las lecturas aquí propuestas dejará indiferente al lector.
1) David Foster Wallace, La broma infinita
Autor de estupendos cuentos y geniales ensayos, David Foster Wallace fue particularmente famoso por La forma infinita (Debolsillo), una novela descomunal que no dejó indiferente a nadie desde su lanzamiento en 1996. La broma infinita ocurre en un futuro no muy lejano, tan hilarante como distópico, donde los años ahora son patrocinados por marcas. Las más de mil páginas de la obra maestra de Foster Wallace giran al rededor de una película capaz de asesinar a quien la vea; de tan buena y tan cómica se convierte en un arma mortal codiciada por el gobierno y por terroristas. La broma infinita es una lectura lenta pero sumamente estimulante ideal para leerse en estos días y más tomando en cuenta que pronto se estrenará la primera película sobre la vida de su autor.
2) Zadie Smith, NW London
Desde su primera novela, Dientes blancos, Zadie Smith se ha posicionado como la figura principal de la última camada de novelistas ingleses. Con un estilo corrosivo y humorístico, sus novelas se han vuelto una referencia indispensable para entender la literatura inglesa de principios del siglo XXI. Su más reciente novela NW London (Salamandra) cruza las historias de varios habitantes del norponiente de Londres; treinteañeros que, aunque guardan orígenes comunes, han tomado caminos diversos en la vida: desde banqueros hasta drogadictos consumados, NW London es un vertiginoso y preciso mural de la Inglaterra actual.
Al igual que El Quijote o el Ulises, Moby Dick (Sexto Piso) es de esas grandes obras de la literatura que son muy citadas pero poco leídas. No es infrecuente que algunos lectores situen la gran novela de Herman Melville entre sus libros preferidos sin siquiera haberlo hojeado. Los temores infundados que provoca Moby Dick son sólo comparables al fervor que sus lectores reales le profesan. Porque en efecto es un libro monstruoso, enciclopédico y exigente; pero también es una novela emocionante como pocas y tan profunda como los mares donde ocurre su historia. Nadie que haya leído Moby Dick ha salido insatisfecho de sus páginas.
4) César Pérez Gélida, Memento mori
Por razones acaso inexactas, las novelas de detectives siguen siendo un género difícil de tasar para muchos: se les condena a veces por el privilegio de ser populares y se les ensalza principalmente cuando el autor ya es una leyenda. Contra todo, uno de los aportes inobjetables del género es la presteza que tiene para retratar a una sociedad entera. Esto se hace patente con Memento mori (Suma de letras), novela debut de César Pérez Gellida; una obra que, aunque es deudora de la reciente camada de novelas nórdicas de detectives, es un retrato bastante sesudo de la España actual. Más allá de las funciones sociológicas del género detectivesco, Pérez Gellida es sumamente eficaz en un aspecto indispensable de cualquier buen libro que implique la resolución de un crimen: Memento mori es de esos libros que no se sueltan de la manos del lector hasta que asoma la última página.
5) Bernardo Fernández y Pepe Rojo, 25 minutos en el futuro
La última generación de autores norteamericanos de ciencia ficción es una de las más interesantes y prolíficas que se hayan dado en mucho tiempo. Sin embargo, por razones sin duda extraliterarias (las exigencias del mercado, la falta de traducciones, etcétera), a veces estos autores estupendos no llegan a los lectores en español. De ahí que 25 minutos en el futuro (Almadía) sea una introducción ejemplar a la última ciencia ficción escrita en inglés. La exuberante compilación de Bernardo Fernández y Pepe Rojo, tiene el tino de presentar en un mismo tomo a voces consagradas del género y nuevos talentos que sin duda tarde o temprano serán figuras indiscutibles.