Si se extinguen las Guacamayas, ¿a quién le cantará el son jarocho?

Si se extinguen las Guacamayas, ¿a quién le cantará el son jarocho?

Fotografía: Jesús Hernández

Fotografía: Jesús Hernández

Entre la violencia que se vive al sur de Veracruz, existe un lugar que reúne la tranquilidad de la naturaleza, la música y la tradición, en todos sus sentidos. Por los últimos 18 años, durante la Semana Santa, se celebra el Seminario de Son Jarocho y otras Culturas, mejor conocido como Luna Negra, por ser el nombre del rancho en donde se lleva a cabo, en la Isla de Tacamichapan, municipio de Jáltipan, Veracruz.

Un campamento de aprendizaje y análisis de nuestra cultura, historia y desarrollo regional” es como se describe el propio Seminario. Se trata de un campamento musical, donde a través de talleres vivenciales se aprende la música de jaranas, mejor conocida como “son jarocho”. Además de aprender la ejecución de diversos instrumentos y elementos que conforman la música tradicional del sur de Veracruz, también se estudia el contexto histórico y cultural, así como la importancia del medio ambiente en la música regional.

Fotografía: Jesús Hernández

Fotografía: Jesús Hernández

Tras una crisis que vivía Jáltipan por el desplome de la industria azufrera en los noventas, Ricardo Perry, director del grupo de son jarocho Los Cojolites, inicia un fuerte movimiento de rescate de la tradición en su municipio, para contener la migración de sus habitantes y la posterior pérdida de la cultura. Así nace el Centro de Documentación de Son Jarocho, bajo la dirección de Perry, en el cual, a través de talleres permanentes, se busca preservar la tradición musical de la región.

De aquí nace Luna Negra, un proyecto de recuperación y conservación tanto de la tradición, como de la flora y fauna de la región. Durante 8 días, llegan seminaristas nacionales e internacionales, con personajes como Zach de la Rocha y Natalia Lafourcade, buscando acercarse a esta cultura musical y al contexto ambiental en el cual se desarrollaba esta música en el pasado.

Pobrecita guacamaya,
¡Ay, que lástima me da!
Se acabaron las pitahayas,
¿Ahora sí qué comerá?

Vuela, vuela, vuela,
vuela sin parar,
la Tierra es un paraíso
que nadie sabe cuidar.

“La Guacamaya”, fragmento

El son jarocho, como la gran mayoría de las músicas tradicionales, es una representación de la realidad que vivían los habitantes del sur de Veracruz, especialmente, los campesinos. Sones como “El Cascabel”, “La Guacamaya”, “El Pájaro Cú”, “El Pájaro Carpintero”, “La Culebra”, “El Toro Zacamandú”, “La Guanábana”, “El Buscapié”, entre muchos otros, son un reflejo del contexto, tanto natural como cultural y religioso, el cual ha quedado plasmado en los versos de cada son, siendo la memoria ecológica de un pueblo.

Recientemente, José Sarukhán, Coordinador Nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (CONABIO), declaró que Veracruz ha perdido el 99% de su capital natural. Esta noticia resulta catastrófica, no sólo en cuestión ambiental, pero también para la cultura musical del Estado, puesto que gran parte de las raíces del son jarocho se encuentran en esos ecosistemas perdidos. La identidad que reside en cantar distintos versos de son jarocho no encontraría sentido al extinguirse ciertas especies, como la guacamaya o el pájaro carpintero, las cuales son difícilmente vistas actualmente en la región.

Fotografía: Yisel Solange

Fotografía: Yisel Solange

De esta forma, el son jarocho sirve como herramienta para guardar la memoria de un pueblo. Cualquier persona que no haya tenido contacto directo con ese contexto o realidad, es capaz de imaginarlo a través del canto de los distintos sones. Las nuevas generaciones del sur veracruzano que no tuvieron la fortuna de crecer interactuando con cierto tipo de especies y ecosistemas, pueden relacionarse con sus antepasados a través de los sones que también entonaban sus familiares. El son jarocho ha logrado crear comunidad en espacios donde se había perdido, en su mayoría, por la delincuencia. A través de sus versos, es posible estimular el pensamiento crítico y de protesta, y con su práctica, por medio del fandango o huapango, se han logrado tejer redes de comunidad y economía solidaria.

Fotografía: Yisel Solange

Fotografía: Yisel Solange

Tras el sismo del pasado 7 de septiembre de 2017, Jáltipan resintió sus efectos, en especial, el Centro de Documentación de Son Jarocho, el cual tuvo que ser reconstruido. Gracias a la labor de Perry, Los Cojolites y Natalia Lafourcade, se ha logrado poner en pie el proyecto. Este año, el campamento se pudo realizar entre condiciones difíciles, puesto que muchos recursos económicos han sido destinados a la reconstrucción del Centro. Sin embargo, sus organizadores mantienen el compromiso con el espacio para no perder la oportunidad de seguir transmitiendo los saberes musicales.

Luna Negra es resultado de un largo proceso de intercambio y compromiso por cultivadores de la tradición musical del sur de Veracruz. Luna Negra es un proyecto de rescate ecológico y cultural. Luna Negra representa un espacio de resistencia ante la difícil realidad que vive el Estado. Luna Negra encierra un lugar de concientización sobre un patrimonio cultural y natural que aún puede ser rescatado para preservar la identidad de los pueblos veracruzanos.

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